La Felicidad: ¡No es un destino, es un viaje!
Vamos a ser honestos, querido lector ¿Cuántas veces hemos dicho algo al estilo de “cuando tenga esto o aquello, seré feliz”? Si te suena familiar esta o cualquier otra frase similar, levanta la mano sin timidez, nos ha pasado a todos con más o menos frecuencia. Pero si analizamos con detenimiento afirmaciones como esta, nos daremos cuenta de que la felicidad no es algo que esté allí fuera esperándonos, más bien es algo que todos llevamos dentro.
Si intentamos definir la felicidad, no hay una sola respuesta, ni una respuesta correcta o incorrecta. Algunos dirán que la felicidad consiste en experimentar placer, otros podrán responder que la felicidad depende de las personas que hay en tu vida, habrá quien responda que los bienes materiales te hacen felices y Wikipedia la define como “una emoción o estado de ánimo que experimenta el ser consciente cuando llega a un momento de conformación y bienestar o se han conseguido ciertos objetivos deseables para el individuo consciente”. Para mi personalmente, la felicidad es en primer lugar el bienestar personal, además de una actitud. Esta actitud no depende ni de mi entorno, ni de lo que tengo, ni de lo que me pasa, si no de como gestiono yo todas esas variables.
La felicidad es algo muy individual, no a todos les hace feliz lo mismo. Intentar definir la felicidad es en cierto modo como intentar definir cosas tales como la música, el amor o el relax. Todos conocemos estos conceptos, sabemos que son, pero si entablásemos una conversación sobre ellos, cada uno de nosotros hablaría sobre algo distinto. ¿Y por qué ocurre esto? Porque al ser sensaciones que percibimos de forma muy individual, proyectamos nuestras preferencias y sentimientos propios sobre ellas.
Hay además expertos que afirman que la felicidad es un conjunto de al menos cinco sentimientos distintos y que además la felicidad se puede aprender. Esta teoría, al contrario de lo que a primera vista pudiera parecer, no hace que el concepto de la felicidad sea más complicado, no, en cierto modo lo hace más fácil. Por ejemplo, si en un momento determinado creemos que no somos felices porque no somos afortunados en amores, podemos intentar potenciar en nuestro día a día las otras cuatro “variantes” de la felicidad como por ejemplo la capacidad de disfrutar de los pequeños placeres del momento o la auto-superación. Podemos de alguna manera ejercitar y entrenar nuestra felicidad, como si fuera un músculo.
Pero, ¿cuales son esos cinco sentimientos distintos de felicidad?
1.- La felicidad de las relaciones sociales: Todo lo relacionado con el amor, la amistad y la familia. A la larga, ésta forma de felicidad suele ser la más importante. La que a menudo consideramos la mayor fuente de felicidad.
2.- La felicidad del azar, de lo casual: El azar no es, en este sentido, una fuente duradera de felicidad. El ejemplo más claro de ello, son las personas que en algún momento han ganado la lotería. Por regla general, después de un tiempo y pasada la primera euforia, no son más felices que antes del premio. Tendemos a dar demasiada importancia a la influencia que tiene sobre la felicidad lo casual.
3.- La felicidad del momento: Disfrutar el placer del momento. Quien no disfruta, se termina volviendo insufrible. Ahora, lo importante a la hora de saborear el placer del momento es la intensidad y es preferible la calidad a la cantidad. Una copa de un buen vino en la cena es deliciosa, un tetra brick de vino del barato a lo largo del día …. sin comentario.
4.- La felicidad de la autosuperación: El sentimiento de satisfacción duradera no solo está ahí en el momento, también permanece después. Sentir que se ha aprovechado el tiempo en lugar de perderlo un día tras otro, la satisfacción de haber conseguido hacer algo que no nos apetecía nada, empezar por fin ese curso de idiomas o haber cumplido esa resolución que año tras año se nos quedaba en nuestra lista de tareas pendientes. Superarnos en definitiva.
5.- La felicidad de la plenitud: Las cosas fascinantes de la vida, sobre las que es difícil escribir, pero que nos proporcionan una sensación de plenitud. Cosas como disfrutar del silencio, recargar pilas en la naturaleza, escuchar esa música que nos trae buenos recuerdos, en definitiva, todo aquello que nos causa las llamadas mariposas en el estómago.
Aunque la felicidad en sí no dependa de factores externos si no de nuestra actitud hacia ellos, nos puede llegar a través de otras personas, del azar, del disfrute, de nuestras propias acciones o de lo que nos cause sensación de plenitud. Cada una de estas «felicidades» es distinta en si pero no en el efecto que causa sobre nosotros. La felicidad no es cuestión de suerte, ni de «nacer con estrella», es cuestión en gran parte de nosotros mismos. De que aprendamos a ser felices. ¿Y como podemos aprender a ser felices?
Agradece: Parece un cliché, pero si nos acostumbramos a agradecer las cosas buenas que tenemos en nuestras vidas o las que nos pasan, de verdad que nos cambia el chip. ¿Que tenemos un plato de comida en la mesa todos los días? Gracias. ¿Que has disfrutado de un día con amigos? Gracias. Un buen ejercicio para cultivar el agradecimiento, es escribir tres cosas buenas que nos han ocurrido a lo largo del día, antes de irnos a dormir.
Deja de compararte: En serio, cerrar las Redes Sociales de vez en cuando es salud mental. La vida de nadie es tan perfecta como parece.
Acepta tus emociones: No todo es siempre alegría y no pasa nada. La tristeza y la frustración también tienen sus momentos en tu vida y si aparecen, escúchales un rato, pero después dales el pase de salida.
Pequeñas dosis de disfrute diario: No te esperes a la gran fiesta de la vida. A veces la felicidad está en las cosas pequeñas: un paseo al atardecer, bailar en la cocina, o devorar un capítulo más de esa serie que te encanta.
Conexiones humanas: Nada como una buena charla con alguien con quien te encuentres a gusto. Esas amistades que te levantan el ánimo y te sacan una sonrisa son el equivalente emocional de un buen guiso casero.
Propósito: Esto suena muy profundo, pero básicamente es encontrar algo que te haga levantarte de la cama con ganas.
Aunque suene a paradoja, puede que al final de una competición deportiva esté más satisfecho el ganador de la medalla de bronce, que el ganador de la medalla de plata. Éste último podría pensar «¡Que fastidio! Podría haber llegado a la medalla de oro», mientras el ganador del bronce puede pensar: «¡Que bien! He llegado a medalla». Para poder aprender la felicidad, primero debemos aprender a conocer nuestros pensamientos, preguntarnos «¿Con quien me comparo? ¿Y por que?». Así podemos aprender a conocer nuestras emociones y a interrumpir antes los pensamientos negativos. Detenernos un momento y darnos cuenta de que manera juzgamos y valoramos lo que nos ocurre. El optimista diría: «El vaso está medio lleno»; El pesimista diría: «El vaso está medio vació» y el consultor de empresa diría: «Tiene un 50% más de vaso, de lo que necesita».
No existe ni la felicidad permanente, ni la desgracia sin fin. Pero sin duda con pensamiento positivo, disfrutando de los pequeños placeres de la vida, podemos aprender a sentirnos un poquito más felices y a hacerle frente de forma más eficaz a nuestros pequeños o grandes bajones Recuerda que la vida es un sube y baja, y a veces hay que pasar por las bajadas para poder disfrutar de las partes más altas.
La felicidad, para mi, son momentos, la vida es una montaña rusa. Por eso debemos de celebrar todos nuestros objetivos o éxitos, por pequeños que sean.
Hace mucho tiempo, soy mayor ya, que me dí cuenta que la vida son momentos, la montaña rusa, la llamo yo, por esa razón, cada vez, que obtengo uno de estos, lo celebro con alegría, cuando llegas a una edad, las cosas son diferentes, aprecias a las personas y los momentos de diferente forma, mucho más de manera profunda, me vuelvo «un intenso».
¡Excelente post, nos leemos!
No podría estar más de acuerdo contigo. La felicidad está hecha en gran parte de cachitos de momentos, de estar rodeados de las personas correctas, de querer y aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos, de momentos grandes y pequeños, de éxitos o de atardeceres memorables. Y ciertamente conforme vamos sumando años y vivencias, vas viendo (y viviendo) las cosas de otra manera.
Una alegría, como siempre, saber que te ha gustado el post.
Un abrazo, compañero … y si, nos leemos, de eso puedes estar seguro 🙂