¿Demasiado Blanda? El Poder de la Empatía y la Sensibilidad
Imagino, queridos lectores, que a más de uno el título de éste post cuanto menos puede haberle dejado un poco sorprendido. “¿Cómo? ¿Demasiado blanda? ¿De que va esto?” Bueno, dejadme que os ponga en antecedentes y os comparta una pequeña anécdota que me sucedió no hace mucho. En esa ocasión y en el transcurso de un pequeño debate familiar, alguien me hizo un comentario que, la verdad, en ese momento me dejó un poco sin saber qué responder. La persona en cuestión me acusaba de ser “demasiado blandita” y por el tono empleado, quedaba claro que la persona en cuestión utilizaba esas palabras a modo de crítica. Os cuento esta anécdota, porque me llevó a una reflexión sobre si “ser blanda” es realmente una cualidad tan negativa como se estaba insinuando en aquella conversación.
Y es que, si lo analizamos bien, vivimos en una sociedad en la que a menudo se tiende a valorar más la dureza, rudeza y firmeza por encima de otras cualidades y claro, bajo ese punto de vista la vía fácil es asociar el “ser blando” con tener una personalidad débil, indecisa o fácilmente manipulable. Pero, ¿y si lo miramos desde otro ángulo? ¿Y si “ser blando» en realidad es una virtud que significa ser compasivo, comprensivo y tener empatía hacia nuestro entorno? Personalmente, prefiero inclinarme por esta segunda opción e incluso diría que el permitirse el lujo de ser “blando” en un mundo tan áspero puede llegar a considerarse una valentía y todo un arte. No creo que signifique ser débil, más bien creo que significa demostrar tener la fuerza suficiente de ser gentil incluso cuando tu entorno te intenta empujar para ser todo lo contrario, ser lo suficientemente valiente como para abrir nuestros corazones y contribuir a hacer de nuestro mundo un lugar un poco más amable.
¿Qué opinas tú? ¿Ser “blando” es realmente una cualidad tan negativa como algunos nos quieren hacer creer? O, ¿ tal vez, solo tal vez, deberíamos abrazar nuestra suavidad interior, disfrutar de la dulzura de la vida y darle una oportunidad a la fortaleza que reside en la flexibilidad y la compasión? Os invito a considerar la paradoja de la suavidad y a dejar vuestras reflexiones sobre si lo “blando” podría ser en realidad lo más fuerte, una fortaleza disfrazada. Si bien la vida no siempre es suave como la seda, yo, sin lugar a dudas disfruto de las pequeñas dulzuras aún a riesgo de que mi entorno me pueda considerar “blanda”. Gracias queridos lectores por acompañarme en esta pequeña reflexión sobre la blandura y en el próximo post intentaré no ser tan “blandita”. O tal vez sí, quien sabe ¡la vida es impredecible!