¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Nuestra memoria se pone el filtro de Instagram
¿A ti también te ha ocurrido alguna vez que has sentido o pensado que el pasado fue mejor que el presente? ¿Que las cosas eran más sencillas, más emocionantes, más divertidas y en general mejor que el presente? Si es así, no estás solo, es una sensación que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Pero ¿por qué ocurre esto? ¿Por qué tendemos a recordar el pasado con una paleta de colores más brillantes y cálidos de lo que realmente fue? La explicación de este fenómeno tiene sus raíces en nuestra memoria selectiva y que al recordar momentos del pasado, nuestra memoria tiende a favorecer los momentos agradables sobre los menos placenteros. Este sesgo positivo es conocido como «nostalgia selectiva» y puede distorsionar nuestra percepción de la realidad, llevándonos a creer que el pasado fue un paraíso perdido. Esto por lo visto, se debe a varias razones.
En primer lugar, nuestra memoria es selectiva y está fuertemente influenciada por las emociones asociadas a los eventos. Por norma general no recordamos todo lo que nos pasa, solamente lo que nos parece importante o significativo y los recuerdos emocionales, ya sean felices o tristes, suelen quedarse grabados más profundamente en nuestra memoria. Pero, precisamente por el fenómeno de la memoria selectiva, cuando rememoramos el pasado, los recuerdos emocionalmente cargados positivos emergen con mucha más facilidad que los recuerdos menos agradables.
En segundo lugar, nuestra memoria es susceptible a la idealización. Sobre todo en tiempos de estrés o incertidumbre, la nostalgia puede actuar como un bálsamo emocional proporcionándonos consuelo y confort al recordar momentos más simples y felices. Cuando recordamos el pasado, tendemos a enfatizar de manera inconsciente sus aspectos positivos, idealizando aquellos momentos y pasar por alto o minimizar las complejidades a las que nos teníamos que enfrentar en ese momento. Esto se debe a que nuestro cerebro está diseñado para recordar las cosas de una manera positiva, ya que esto nos ayuda a mantenernos motivados y optimistas.
También juega un papel importante en este fenómeno el llamado “efecto de la perspectiva” ya que la distancia temporal juega un papel crucial en cómo recordamos el pasado. Esto quiere decir que, a medida que el tiempo avanza, tendemos a suavizar las dificultades vividas en el pasado y a resaltar los momentos positivos. Este efecto contribuye a la creación de una versión idealizada de nuestros recuerdos.
Además, nuestra memoria también está fuertemente influenciada por nuestras expectativas. Al esperar que el presente sea mejor de lo que fue el pasado es muy probable que nos acabemos centrando en las cosas que no van bien- Esto puede llevarnos a una versión distorsionada del pasado, en la que parece que todo era mejor antes.
Ahora que ya entendemos algo mejor por qué tendemos a recordar el pasado de una manera sesgada ¿Qué podemos hacer para evitar esta distorsión y tener una visión un poco más realista del pasado? Una de las claves está en reconocer la nostalgia selectiva como un proceso natural, aunque no necesariamente preciso. En conclusión, la nostalgia selectiva en ocasiones tiñe nuestros recuerdos con tonos más cálidos de lo que quizás corresponda a la realidad. ¡Ojo! No quiero decir con esto que la nostalgia no sea buena, puede perfectamente seguir siendo un tesoro emocional, pero no olvidemos que en este preciso momento también estamos construyendo recuerdos valiosos que nos ayudan a equilibrar nuestra perspectiva. Es natural que en ocasiones sintamos nostalgia del pasado, de momentos de los que guardamos muy gratos recuerdos, pero no olvidemos que el presente tiene sus propios desafíos, recompensas, cosas estupendas y momentos felices.