Actualización de Estado: ¡He vuelto! (y con muchas ganas)
Hola mis queridos lectores, mis fieles seguidores, mis … bueno, los que aún me recordéis ¿Me habéis echado de menos? Porque yo si os he echado de menos. Y es que ya han pasado la friolera de dos meses y medio (día arriba, día abajo) desde mi ultimo post. ¿En serio? Dos meses y algo, casi tres? En el mundo de los blog me suena a una eternidad y seguramente (o al menos eso es lo me gustaría pensar) más de uno ya se habrá preguntado si es que me ha tragado la tierra o si he sido abducida por extraterrestres con una extraña debilidad por los que gustamos de plasmar nuestras cosas en un blog.
Pero no, no ha pasado nada de eso, ni me ha tragado la tierra para después volver a escupirme frente al teclado, no. La explicación es mucho más mundana. He tenido una pequeña pausa creativa algo más prolongada de lo que me habría gustado. Ha sido una mezcla entre “ese momento en que la parte creativa de tu cerebro decide tomarse unas vacaciones sin avisarte” y el momento idóneo de tomarme un pequeño descanso. Bueno, confieso que también hubo una pizca de “¡Madre mía! Llevo un siglo sin publicar”.
Entonces ¿Qué fue lo que pasó realmente? ¿Por qué desaparecí del radar digital cual calcetín a punto de desparejarse en la lavadora? Todo empezó un día cualquiera en el que me senté al teclado, armada con una buena infusión de esas que me gustan, mi agenda bloguera en la que anoto ideas que me vienen de pronto (que ojo, no todas esas notas terminan viendo la luz en forma de blog post) y ese día: Nada, cero, el cursor parpadeando sobre el documento de texto en blanco. Ni una palabra, mi mente estaba más vacía que mi cuenta del banco a fin de mes. Intenté forzarlo, porque claro, a veces la inspiración es solo cuestión de disciplina (¡Que ilusa!). Escribí un párrafo, lo borré. Escribí otro, no me gustó. Así que, al final lo dejé en un “Bueno, mañana será otro día”. Pero … Spoiler: Mañana no fue otro día, fue el comienzo de una pausa creativa que duró, día arriba, día abajo, dos meses y medio.

Al principio, me resistí pero después de un tiempo dejé de pelearme con mi cerebro y me rendí al dulce arte de no hacer absolutamente nada útil. Eso sí, a lo largo de esta pausa creativa hubo varias etapas. No es exactamente como las etapas de un duelo, no, pero me atrevería a decir que algunas de esas etapas tienen como mínimo ciertos rasgos en común.
Negación: Esto no es una pausa, solamente estoy recargando energía, mañana escribo algo épico. (Voz en off: “No escribió nada épico”).
Frustración: “¡Ya tendría que haber publicado algo! ¿Por qué no se me ocurre nada aprovechable? Igual debería dedicarme a otra cosa. Vender fruta en el mercado.”
(Voz en off: “La fruta no juzga tu creatividad, pero tampoco da tráfico, ni deja comentarios en tu blog”)
Aceptación: “Está bien, hemisferio derecho, tú ganas. Voy a ver dedicarme a a ver series y a hacer punto de cruz, mientras decidas volver de tus vacaciones”
Exploración: Aquí llegamos a la parte realmente interesante. Ha sido como un viaje a la isla de la nada. He pasado más tiempo con los míos, he leído como si no hubiera un mañana, he aprovechado para salir a hacer caminatas, redescubriendo mi entorno, escuché música que normalmente no pondría ni de fondo mientras hago limpieza de primavera y he probado a preparar recetas nuevas. Durante mi pausa, no escribí ni una línea, pero hice cosas que, sin darme cuenta, alimentaron mi mente y mi alma. Todo eso, se fue acumulando en algún rincón de mi cerebro, y aunque no lo noté en el momento, ahora que he vuelto a escribir, mis dedos vuelan sobre el teclado.
El regreso: Y aquí estoy (sin voz en “off), escribiendo esto. No sé si es bueno o si es un desastre, pero al menos mis dedos están tecleando de nuevo. A veces, parar es necesario, es recargar y, también a veces, para encontrar algo nuevo que decir, primero es necesario callarnos un rato.
En resumen, he estado desconectada, del blog, de redes sociales, prácticamente de todo lo digital. Y tengo que admitir que me ha hecho bien. He vuelto con la mente fresca, con nuevas ideas, con ganas de escribir y de volver a compartir mis locuras con todos vosotros.

Y aquí, de propina, va un consejo no pedido sobre el arte de no hacer nada (pero hacerlo bien), por si a alguien le sirve. La creatividad no es un grifo que podamos abrir y cerrar a voluntad. A veces, necesita que la dejes en paz un rato, para que vuelva a fluir. Vale, admito que suena a cliché de un libro de autoayuda o de un “coach motivacional”, pero es los clichés existen por una razón: A veces tienen algo de verdad
Esta pausa creativa no fue planeada y definitivamente no fue productiva en el sentido más clásico de la palabra. Pero fue necesaria. Me dio espacio para respirar, para mirar el mundo con ojos frescos y para recordarme a mi misma por qué me gusta escribir en primer lugar: Porque es mi manera de conectar, de compartir, de reírme de mi misma a veces y, con algo de suerte, hacer que alguien más sonría, reflexione o reciba un mensaje que necesitaba escuchar en ese momento al otro lado de la pantalla.
Así que, aquí estoy de vuelta al ruedo, enfrente del teclado, armada de una taza de té, de esos que me gustan tanto y con un una mezcla de emoción y algo de miedo escénico. ¿Seguirán ahí fuera los que solían leerme, o ya se fueron todos a seguir a alguien más constante? No lo sé, aunque espero que sí.
Así que ¿Ahora qué? ¿Qué sigue? Pues tampoco lo sé, no tengo un plan maestro (rara vez lo tengo, soy un desastre con las agendas). Pero de momento prometo no volver a desaparecer por tanto tiempo. O al menos, si lo hago, dejaré una nota en el blog que diga “Me he vuelto a perder en una pausa creativa, que alguien mande ayuda (y pida pizza)”. Por ahora os doy un gracias enorme por seguir ahí, por no juzgarme demasiado por mi ausencia y espero que estéis listos para nuevos posts llenos de cariño y, con suerte, con menos “drama existencial”
Y ahora, ¡a por el siguiente post! (Y espero de corazón, que no tarde otros dos meses y medio en llegar).

Hola, Flossy, pues yo, aunque no te lo creas, sí me acordé de ti hace poco, justamente por eso, porque no veía ninguna entrada tuya. Me alegro, por un lado, de que no haya sido por nada «grave» y que solo haya sido por un descanso temporal. Tienes razón, aunque a la escritura hay que animarla y no podemos caer en sus artimañas ni en el síndrome del impostor; hay que descansar para que la creatividad no se vaya de vacaciones. Has hecho bien en desconectar de todo.
¡Bienvenida de nuevo! Y a por otra entrada…
Un abrazo. 🙂
¡Que alegría, Merche! Por supuesto que me lo creo … los que más o menos nos seguimos, solemos notar cuando alguien falta. Ha sido eso, un descanso temporal, tomar impulso para volver con fuerza renovada. Y, lo dicho, esta vez no dejaré pasar tanto tiempo hasta la próxima entrada, como mínimo, tengo intención de retomar mi ritmo habitual.
Un gran achuchón Merche y gracias por pasarte y seguir estando ahí.
Hola, Flossy, me alegro de que hayas vuelto, sigo aquí.