¿Soy la única? Cosas que todos hacemos pero no admitimos
Hace poco, en unos de estos momentos en los que estamos solos con nosotros mismos, me sorprendí a mi misma inmersa en una conversación de lo más animada con las macetas en mi balcón. Esta costumbre, adquirida de mano de mi “Guiri personal e intransferible” que es quien realmente tiene el don de hace crecer cualquier planta en esta casa, me hizo reflexionar sobre esos pequeños hábitos que solemos tener y que no solemos contar, pero que de alguna manera nos hacen más humanos. ¿O soy sólo yo quien los tiene? Ahí van unos cuantos de los que Flossy a veces “peca”, a ver si alguien se siente identificado.
Cantar a todo pulmón en el coche: Cuando voy sola en el coche, salvo muy contadas ocasiones, suelo ir con música. Ya sea de mis emisoras de radio favorita o conectando algún servicio de música con mis listas de reproducción por Bluetooth. ¡Y ese es el momento de dejar salir a la diva de la canción que llevo dentro! Con los semáforos en rojo como público y las calles como escenario canto como si el estar dentro del coche me diera el don de la invisibilidad y sin temor a desafinar. De vez en cuando es verdad que veo a alguna persona en el exterior de mi burbuja poniendo caras raras, pero sigo cantando como si la cosa no fuera conmigo.
Ensayar conversaciones en la ducha: La ducha es para mi uno de esos momentos de total relax y desconectar del estrés del día. Pero claro, pasar a esa fase de relax y de desconexión no es algo que ocurra de forma automática nada más pisar el cuarto de baño, al menos en mi caso va precedido de un repaso mental del día que ya va acabando. Y es precisamente en esa fase de, digamos desescalada, cuando salen a borbotones las mejores discusiones, discursos y respuestas brillantes (estas últimas a conversación ya pasada, por supuesto) que muy rara vez ocurren en la vida real.
Hablar sola: ¡Sí, hablo sola! Y mucho. Me explico mis razonamientos, discuto conmigo misma y, a veces, hasta me doy consejos. Os lo recomiendo ¡Es muy terapéutico!
El «scroll» infinito: Ya hace mucho tiempo que las redes sociales varias forman parte de nuestro día a día y tienen su lugar en la mayoría de nuestros teléfonos móviles. Cuando me pasa, quiero pensar que no soy la única que en ocasiones queda atrapada por ellas en los ratos libres. Por qué ¿quién no ha pasado horas teléfono en mano y deslizando casi sin darse cuenta por redes sociales? Ya sean videos, memes, cotilleos o discusiones interesantes, no importa el nombre de la red social, me atrevería a afirmar que prácticamente todos tenemos ese vicio. En ocasiones es como un agujero negro que te absorbe y no te deja salir hasta que te das cuenta de que ya hace una hora o más que deberías de estar durmiendo plácidamente.
Mirar en Google cosas obvias por no a preguntar: Siempre me he considerado una persona con un nivel de cultura general cuanto menos aceptable, amante de la lectura, con facilidad para los idiomas y en ocasiones incluso un poco obsesionada por la buena ortografía (me suelen doler los ojos cuando leo un “ola” como saludo, un “haber cuando hablamos” o un “valla” como exclamación de asombro). Pues aún así, he perdido ya la cuenta de las veces que Flossy ha vuelto a consultar en Google la regla de cuando “porque” se escribe junto o separado, con tilde o sin ella. Porque, bueno, ¡más vale prevenir que quedar en ridículo!
Volver para comprobar si desenchufé la plancha … por tercera vez. Aunque leí en una ocasión que si en el momento de desenchufar la plancha (o cerrar la llave del gas o cualquier acción similar) relatas en voz alta la acción al estilo de “estoy desenchufando la plancha en este momento”, ya no tienes esa duda en tu mente que te hace volver a comprobarlo. ¡Tendré que probar esa técnica!
Podría hacer la lista de hábitos, manías y pequeñas rarezas de Flossy mucho más larga, pero creo que con esta pequeña muestra es suficiente por hoy. Pero, el haber confesado algunos de mis “Flossy-manías” nos lleva de vuelta al título de este post. ¿Soy la única que …? No, no lo creo. Estoy convencida de que todos tenemos esos pequeños hábitos y manías secretos cuando estamos a solas y de los que no solemos hablar mucho. Al fin y al cabo puede ser una forma de liberarnos del estrés, además de conectar con nuestro niño interior.
Seguro que tú también tienes tus propios rituales secretos o manías. ¿Te comes la masa de las galletas antes de meterlas al horno? ¿Hablas con las plantas? ¡Compártelo en comentarios! ¡Entre todos haremos una lista de las cosas más absurdas que hacemos a escondidas! Al fin y al cabo también es algo que nos hace únicos y no, no eres solo tú; somos más de los que crees.