Serendipia, el arte de dejarse sorprender por la vida
Paseaba yo el otro día sin rumbo fijo, dejando que la mente fluya un poco a su aire y me dio por pensar en esas cosas que parecen casi, casi “mágicas”, esas que nos suelen pasar cuando menos lo esperamos. ¿Te ha pasado alguna vez que, haciendo una cosa de lo más cotidiana te encuentras con algo que te parece un autentico tesoro … sin haberlo buscado? Como cuando encuentras al azar ese libro perfecto que te engancha desde la primera hasta la última letra, en la estantería en la que buscabas un libro de recetas o cómo cuando conoces a quien acaba siendo una persona muy especial en tu vida en un evento al que ni siquiera querías ir.
Pues resulta que hay una definición para cuando nos pasa eso (y no, la definición no es “suerte del principiante”), se llama serendipia y aunque hay quien lo llama sincronicidad o incluso chiripa, me gusta mucho más la palabra “serendipia”, es mucho más sonora, tiene cierta magia. Eso si, independientemente de como prefieras llamarla, su magia reside precisamente reside en ser ese hallazgo valioso e inesperado, destinado a nosotros, mientras realmente estamos buscando otra cosa. Pero también va de la mano de la habilidad de saber ver su importancia cuando se nos presenta. A saber transformar un error aparente o una casualidad en una oportunidad.
Es cómo si el universo, con ese sentido del humor tan peculiar suyo, decidiera hacernos un pequeño regalo de compensación por las innumerables veces en las que nos hemos tenido que rendir al poder de las leyes de Murphy. Y en un mundo que por lo general gira alrededor de planificaciones, agendas y metas a conseguir, permitir que suceda la serendipia, puede casi, casi ser un acto de rebeldía.
La serendipia, según como queramos relacionarnos con ella, puede tener connotaciones terrenales, pues muchos de los hallazgos mas importantes cómo por ejemplo la penicilina, el descubrimiento de Ámerica o los post-it han sido fruto de la serendipia, filosóficas o espirituales. Para mí personalmente tiene mucho que ver con la actitud. Es ir por el mundo con los ojos un poquito más abiertos y los sentidos algo menos cerrados. Es descubrir ese libro, cogido al azar, que parece escrito justo para lo que estás sintiendo hoy o equivocarte de calle para descubrir una cafetería que es justo tu estilo.

A veces nos empeñamos tanto en que las cosas vayan según lo que teníamos previsto, que se nos olvida dejar un hueco para lo inesperado y en eso, querido lector, muchas veces la vida es mucho más creativa que nosotros. Incluso si eres de los que piensan que nunca ha tenido contacto con la serendipia, créeme, se ha cruzado en tu camino más de una vez, sólo que no te has dado cuenta, ya que no siempre vamos por la vida con la mente preparada para no pasar por alto lo inesperado y actuar para transformar el supuesto accidente en algo significativo.
Y es que en el fondo, eso es serendipia: Encontrar y saber ver aquello que no sabías que necesitabas, porque estabas demasiado ocupado buscando lo que creías que querías. Nos enseña que no siempre tenemos el control (¡y menos mal!), que a veces perderse un poco es la mejor forma de encontrar algo maravilloso. No se trata de esperar milagros, ni mucho menos, si no de estar atentos, de abrir los sentidos y de aprender a interpretar las señales, de realizar pequeños actos de apertura.
Así que, la próxima vez que algo no salga como planeabas, no te desesperes del todo. Quizá la vida (o el universo) te está llevando exactamente donde necesitas estar, sólo que lo está haciendo por una ruta que no tenías marcada en el mapa. Quizá estés a un paso de tu siguiente serendipia. Porqué a veces la serendipia es lo que ocurre cuando dejas de controlarlo todo y permites que la vida respire contigo.
¿Te apetece compartir algún momento serendipia en comentarios a cambio, yo también compartiré uno?

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