Los tesoros escondidos en el fondo de mi bolso
No hace mucho, a mitad de verano, más o menos, trasteando mi móvil sin intención concreta y «por casualidad» acabé en una app de compras online. Lo cierto es que, no buscaba nada específico y no hacía otra cosa que deslizar páginas y de repente ¡Ahí estaba! Ese bolso de verano parecía llevar mi nombre. Seguro que os ha pasado también en más de una ocasión, que nada más ver un determinado artículo os habéis enamorado perdidamente de él y si existía una mínima posibilidad de ello, tenía que ser vuestro, pues justo eso fue lo que me ocurrió. Dicho esto, el desenlace no es difícil de adivinar para el atento lector, pasó lo que tenía que pasar y el bolso en cuestión primero fue marcado como favorito en un vano intento de desistir de la compra viendo otros artículos, poquito después pasó a tener su lugar mi cesta de la app de compra y como quien no quiere la cosa en pocos minutos había completado el proceso de compra.
Ahora tocaba esperar pacientemente unos días, pero a los 5 días (laborables, eso sí) me llegó el esperado mensaje de que el objeto de mi deseo ya se encontraba disponible en el punto de recogida seleccionado. Y es que, siempre que compro online y a poco que exista esa posibilidad, prefiero que los envíos me lleguen a puntos de recogida. De esta manera puedo coordinar mejor cuando ir a buscarlo y no dependo de empresas de mensajería que, en el mejor de los casos, siempre suelen llegar justo en esos cinco minutos en los que has tenido que bajar al súper a por pan o ese momento en el que no puedes atender el timbre al mismo instante que suena. Una vez recogido el paquete, lo primero fue, por supuesto, comprobar que su contenido coincidía con lo anunciado en la app de compras y si, coincidía perfectamente, no había ni trampa, ni cartón. Era «ese» bolso de verano, el que llevaba mi nombre, el que según mi hermana es «muy yo» … de manera que … tacháaaaan … aquí lo tenéis:
Ahora que ya me llegó, tocaba hacer cambio de bolso, que confieso que es una de las tareas que me suele dar un poco de pereza, entre otros motivos por la cantidad de cosas que se tienden a acumular en él. Tampoco suelo cambiar de bolso a diario en función de cómo este accesorio combine con el resto de mi atuendo y si en fin de semana o en una salida nocturna un poco más especial decido hacerlo, solamente cambio las cuatro cosas imprescindibles para ese momento, tales como el monedero, las llaves y cosas así, el contenido «de batalla» se suele quedar en el bolso de diario hasta el siguiente día laborable.
Aprovechando el cambio de bolso, se me ocurrió que puede ser una buena ocasión para mostraros el contenido promedio de mi bolso de diario y he aquí el resultado:
- El monedero
- Un peine grandote
- Un bálsamo de labios con un toque discreto de color (nude) de una de mis tiendas favoritas, Rituals
- Toallitas limpia-gafas, que por cierto también muy útiles para limpiar la pantalla del móvil en un momento dado
- Una toallita refrescante
- Un par de tiritas por si el zapato que he elegido ese día me roza en algún sitio
- Un paquete de pañuelos desechables
- Accesorio clip para las gafas graduadas, que te permite convertir tus gafas graduadas en unas gafas de sol en un minuto
- En los meses de verano, un abanico cuanto más colorido, mejor. En esta ocasión de otra de mis tiendas favoritas, Ale Hop
Llegado a este punto he de aclarar que este contenido es el que podríamos denominar el contenido de base en el bolso nuevo. Al menos en mi caso, el cambio de bolso también suele ser una buenísima ocasión para hacer limpieza del mismo. Me explico, ya que además de lo anterior, en el bolso que ya ha prestado su servicio de batalla en los meses anteriores también había escondidos en sus rincones:
- Tickets arrugados de supermercado, alguno de ellos ya casi ilegible
- Alguna apuesta de Euromillón no premiada y caducada
- Tarjetas de visita varias que cogí por compromiso
- Algún caramelo perdido que a estas alturas ya estaba incomible
- Un par de estas galletitas individuales que en algunas cafeterías te ponen al lado de tu taza junto al sobrecito de azúcar
- Un mechero (y eso que no fumo)
Y es que hay que tener en cuenta que, sobre todo cuando salimos en pareja, nuestro bolso muchas veces también adquiere utilidad para nuestro acompañante, pues es sabido que una de las funciones principales del bolso femenino (además de la de perder cosas en su interior que normalmente salen a la superficie al cabo de muuucho tiempo) es la de albergar todo lo que a nuestro acompañante no le cabe en los bolsillos.
En alguna ocasión he leído que el contenido de los bolsos, así como nuestra forma de llevarlos (aunque de esto hablaré en otra ocasión) dice mucho sobre nosotras. Pues bien ¿qué podrían decir los tesoros piratas de mi bolso sobre mí? Seguramente haya quien diga, sobre todo basándonos en el contenido desechado, que mi bolso es un poco caótico. Yo, sin embargo, prefiero pensar que un bolso desorganizado puede decir de su propietario que este, además de tener una vida ocupada, vive la vida e intenta estar preparado para cualquier eventualidad.
¿Cuál es vuestra opinión al respecto? ¿Cuál suele ser el contenido promedio de vuestros bolsos?