Lo que me llevo del 2025 (y lo que dejo en el cajón del olvido)
Hoy es ese día, en el que una gran mayoría de nosotros en algún momento nos detenemos por unos momentos para hacer balance de los 365 días que dejamos atrás. Estamos a sólo unas horas de esa noche mágica de fin de año, en la que avanzamos cargados de buenos propósitos hacia la siguiente vuelta al sol. Cuando falte nada y menos para que el reloj marque la medianoche y los cuartos que preceden a las campanadas ya empiecen a resonar, sea en la tele o en la plaza de nuestro lugar de residencia, ahí estaremos con nuestro platito de uvas intentando no perder el ritmo, con los brindis los abrazos y las felicitaciones preparadas.
El 2025 de Flossy ha sido… intenso, como todos los años, en realidad. Ha traído un poquito de todo. Retos que no esperaba, sorpresas que no vi venir y me sacaron una sonrisa y muchos momentos pequeños que, al mirar atrás, brillan más de lo que en un primer momento creía. He sonreído, he aprendido, me he superado, he tropezado, he seguido adelante.
También ha sido un año en el que he podido contar con la amistad, el cariño y el apoyo de gente maravillosa y especial. Gente que me hace feliz y que la sola idea de que de alguna manera se hayan hecho un hueco y dejado huella en mi vida, ya es motivo de sonrisa.
Y ha sido un año en el que, por supuesto, me gustaría darte las gracias especialmente a ti, querido lector, a ti que te asomas de vez en cuando por aquí, compartes un ratito de tu tiempo con nosotros y nos haces sonreír con tus comentarios.
Y yo, sin dudarlo, me quedo con los buenos momentos vividos, con la gente que me importa y a la que le importo, con los momentos felices y de alegría. Incluso con los momentos menos buenos, pues me han servido para aprender, para darme cuenta de que soy capaz de superarlos. Este tipo de momentos también han sido necesarios.
Pero hoy no se trata sólo de mirar atrás, si no también de abrir las puertas, suavemente, casi con timidez, pero con esperanza, a lo que viene. Porqué 2026 no es sólo un número nuevo en el calendario. Es una hoja en blanco, un camino por trazar y una oportunidad para intentar hacer las cosas un poco mejor, un poquito más auténticas si cabe, un poquito más nuestras.
Así que, esta noche, mientras suene la última campanada y el “¡Feliz Año Nuevo!” se mezcle con abrazos, copas y fuegos artificiales, dejemos atrás lo que ya cumplido su propósito. Lo que no nos sirva, lo que pesa, lo que duele … procuremos dejarlo en ese 31 de diciembre junto al platito vacío de uvas.
Y llevémonos al 1 de enero lo esencial: Las personas que nos han acompañado, las lecciones aprendidas, los buenos momentos y la ilusión, esa que no falte, de que lo mejor está por llegar.
Que éste sea un año de salud, de crecimiento, de calma cuando haga falta y de locura cuando apetezca. Que tengamos tiempo y ganas de disfrutarlo y que cuando a estas alturas del año que viene nos sentemos a hacer balance de nuevo, éste sea cómo poco similar, tirando a mejor que el que hacemos hoy.
¡Feliz 2026 de corazón!

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