El secreto mejor guardado de tú mascota ¿Qué piensa de verdad sobre ti?
Hoy me ha dado por desarrollar un tema que, no sé por qué, hace un tiempo que me ronda la cabeza: Lo que los miembros peludos de nuestras familias pueden pensar realmente de nosotros y, Spoiler, creo que sus pensamientos sobre nosotros están entre impresionados, confusos y que además nos juzgan un poquito. Los queremos, son de la familia e incluso, si somos sinceros, en muchas ocasiones los queremos bastante más que a ese cuñado sabelotodo o a esa tía lejana que conoce todos los rumores. Ellos son los primeros que nos saludan cuando llegamos a casa, da igual si hemos estado fuera cinco minutos o cinco horas. Son esa familia a la que le da igual que llevemos con la misma camiseta de andar por casa tres días t además, son la mejor excusa para simular conversaciones de lo más animadas con ellos, utilizando voces graciosas.
Pero, y he ahí el verdadero misterio ¿Que pensarán de nosotros realmente? ¿Que pasará por su cabeza peluda cuando tu gato te observa con una mezcla de horror y lástima y mientras haces yoga en mitad del salón o tu perro te mira con esa mirada penetrante que llega hasta el alma mientras te comes un pedacito de queso? Vamos a intentar ponernos en sus patitas y averiguar que pueden piensan realmente de nosotros.
Perros: A medio camino entre ‘líder de la manada sin pelo” y ‘mi proveedor preferido de tentempiés’
Para tu perro probablemente seas el sol, la luna y además el ser que controla el cajón mágico de donde salen las golosinas. Los perros son conocidos por ser leales, cariñosos y absolutamente indulgentes, sobre todo cuando los vestimos con jerséis ridículos o los llevamos a que los bañen. Probablemente piensen que somos las criaturas más inteligentes del mundo mundial, aunque a menudo sea más que obvio que no es el caso “A mi humana siempre le cuesta muchísimo encontrar las llaves, siempre las anda buscando, si, pero sabe abrir las puertas y además sabe donde encontrar los las chuches más ricas. Probablemente esté a cargo de toda la manada.”

Nuestras rutinas seguramente les parezcan de lo más desconcertantes. Salimos, volvemos, salimos otra vez. Vamos dejando comida riquísima encima de la mesa, al alcance de su hocico y, justo cuando van a cogerla, decimos “no”. ‘Ladramos’ a pequeños rectángulos brillantes durante largo rato o nos quedamos embobados mirando otros rectángulos brillantes durante horas. Aún así, aunque hagamos cosas absurdas que a sus ojos perrunos no tienen ningún sentido. Y aún así, nuestros perros nos quieren sin dudarlo. No creen que necesiten entender todo lo que hacemos, siempre y cuando les rasquemos la barriga y de vez en cuando les demos algún bocado de esa tostada que estamos desayunando.
Gatos: Ese compañero de piso sofisticado que en secreto nos quiere (quizás)
Podríamos decir que los gatos son el equivalente a las novelas de misterio en el mundo de nuestros compañeros peludos. A menudo un poco distantes, llenos de giros argumentales, pero aún así extrañamente reconfortantes. Dicen los entendidos (y yo no estoy en desacuerdo) que los gatos reconocen la voz de su compañero humano y que forman fuertes vínculos emocionales, pero seamos sinceros, si nos quieren (que nos quieren) tampoco van a hacer grandes aspavientos por ello.

Seguramente nos vean como gatos grandes, pero muy torpes y que no sabemos asearnos bien (al menos a ojos gatunos). Mientras están sentados con condescendencia en el respaldo del sofá o cualquier otro lugar elevado, probablemente nos están juzgando: “Hace aparecer la comida. Eso es útil. Limpia el arenero. Bastante útil. Sabe abrir puertas y además lo hace cuando se lo ordeno, sentándome delante y maullando. Muy útil. Me compra camas mullidas, que no pienso usar y cajas de cartón maravillosas, que me encantan. Confuso, pero aceptable”
Su labor no es la de encargarse, al menos de manera muy visible, de las labores estrictamente emocionales, pero de vez en cuando ocurre: Un lento parpadeo, un golpecito cariñoso con la pata, un suave ronroneo mientras estás de bajón por algo. A veces, bajan levemente la guardia. Y de pronto, te sientes como si acabaras de recibir la aprobación oficial de su Majestad el gato.
Pájaros, roedores y otros compañeros de piso: Que sit com más rara, pero hay aperitivos
De todos modos, querido lector, no nos olvidemos de otros especímenes del reino animal con los que solemos compartir nuestro hogar, No nos olvidemos de nuestros compañeros que no ladran, ni ronronean pero que se han hecho un lugar en nuestras familias y en nuestros corazones y que, desde luego, también opinan sobre “sus” humanos.
Los loros (y otros pájaros) probablemente puedan pensar que somos infinitamente divertidos, ruidosos y sobre todo repetitivos “Este humano repite 40 veces la palabra ‘hola’ y, si lo imito una sola vez, a sus ojos soy un genio”
Los conejos: Apostaría que piensen en nosotros como gigantes e impredecibles distribuidores de productos frescos. Tolerarán que les acariciemos (aunque por poco tiempo) pero en el fondo lo que quieren que les digamos es si nos hemos acordado de reponer la lechuga y zanahoria.
Las cobayas: Para ellos quizá solamente seamos un buffet libre andante. Un proveedor gigante de canónigos, pimientos y heno fresco. Las manos de su humano son las que dispensan ese festín vegetal, pero en el fondo creo que también nos ven como esa presencia gigante que trae la seguridad de que su cuenco nunca esté vacío y que su camita huela a limpia. Un cariño muy pragmático, pero cariño al fin y al cabo.

Los peces, imagino, que nos observan a través del cristal del acuario pensando “No paran de dar golpecitos en la pecera. ¡Que raros son! Pero traen los copos, déjemosles vivir.
A los lagartos no les importa mucho lo que hacemos, igual ni siquiera nos juzgan mientras les damos calor, insectos y atención. Lo suficiente como para que asientan con la cabeza de vez en cuando.
Entonces ¿Qué piensan realmente?
Según los entendidos, la ciencia e incluso miles y miles de videos de mascotas en internet, los miembros no humanos de nuestra familia ( y no me refiero a la suegra de los chistes malos) nos reconocen, nos quieren y nos echan de menos cuando no estamos. Se ha demostrado que los perros sienten empatía, que los gatos reconocen rutinas y nos asocian con la seguridad e incluso las ratas establecen vínculos emocionales con sus humanos.
Nos ven a través de su propia lente sensorial. Probablemente olemos raro, hablamos demasiado y hacemos cosas muy extrañas, como pasar (domar) la aspiradora o ver la tele en vez de salir a pasear. Pero y eso lo creo firmemente, saben que somos parte de su familia, tanto como ellos lo son de la nuestra. A fin de cuentas es amor, un amor un poco confuso quizá, pero amor al fin y al cabo.
Tanto si tu perro te trae un juguete empapado en babas cuando has tenido un día duro y estás al borde de las lagrimas, como si tu gato se deja caer sobre tu portátil en medio de estar escribiendo ese correo electrónico súper importante o tu loro repite la ultima palabra aprendida como si estuviera lanzando un hechizo, nos ven. Quizá no con la misma claridad que nosotros a ellos (aunque con eso, también tengo mi propia teoría). Quizá no con lógica. Pero si con la calidez y profundidad de lo que no te es indiferente.
Probablemente nunca sabremos con exactitud lo que piensas sobre nosotros, pero a juzgar por sus movimientos de cola, su suave ronroneo, sus gorjeos y su silenciosa compañía, quizá tampoco hace falta que lo sepamos. Puede que nunca entiendan nuestra obsesión por los teléfonos o por qué les cambiamos continuamente la marca de comida, pero estoy profundamente convencida de que nos quieren, a su manera y una buena dosis de juicio silencioso. Así que, la próxima vez que tu perro te mire raro, o que tu gato te ignore olímpicamente, recuerda que ellos saben mucho más más de lo que creemos. Aunque no sepamos con seguridad lo que piensan, si que podemos leer esa mirada de ellos y que dice “Eres mi humano y, a pesar de tus rarezas … te tolero y te quiero”

Hola, Flossy, curiosa reflexión. Yo solo tengo peces, guppys, que se pasan el día dándole al…, y tengo el acuario lleno de crías. Creo que cuando me quedo delante del mismo solo piensan: comida, comida, echa más comida que tengo que seguir dándole…
En cualquier caso, creo que nos sorprenderían si oyéramos los pensamientos de nuestras mascotas.
Un abrazo. 🤗
Hola Merche. Tienes mucha razón, yo estoy muy, pero que muy convencida de eso, que nos sorprenderíamos (y mucho) si oyéramos sus pensamientos (e incliso podría ser, que algún ego humano acabase ligeramente magullado).
Un gran abrazo y muchas gracias por pasarte por aquí. Ah, y si, yo también creo que tus guppys miden su cariño por cantidad de comida
Buenas Flossy!!
Que te voy a contar si tengo tres perros!! Cada uno de su padre y su madre. Eso sí, se alegran igual, se enfadan igual y hasta me atrevería a decir que me discuten. Alguno más que otros, sobre todo el abuelo, que como ya está medio cegato y mellao, se cree que tiene más derecho que los demás.. hasta que nosotros, sus humanos.
Son un mundo a parte, indudablemente les falta hablar…y menos mal. En el fondo no creo que nos gustara mucho saber que piensan jajaja
Saludos!!