El poder de la intuición: Escucha a tu sexto sentido
¿Alguna vez has conocido a alguien y, sin saber por qué, has sentido una conexión instantánea o una sensación incómoda como si algo no encajara? A mi me ha pasado muchas veces a lo largo de los años y durante mucho tiempo, cuando esto me ocurría me decía a mi misma cosas al estilo de “¡Pero si aún no conoces a esa persona, espera un poco!”. Y aunque sigo siendo poco amiga de juzgar sin conocer, con el tiempo he aprendido a confiar en mi instinto, en esa primera sensación que nos transmite una persona a la que acabamos de conocer. Puede que sea nuestra intuición que está intentando comunicarse con nosotros a gritos o puede que estemos percibiendo el aura de esa persona, no lo sé. Pero el caso es que a menudo tendemos a subestimar el poder de nuestro “radar” interno y no escuchamos a nuestro instinto, esa herramienta invaluable de la que disponemos todos y que es tan importante a la hora de conocer a personas nuevas.
Todos conocemos de sobra esas frases de la sabiduría popular que nos recuerdan que “la primera impresión es la que cuenta” o “no hay una segunda oportunidad para una primera impresión”. Estas frases no salen de la nada, ya que generalmente nuestras primeras impresiones se forman en cuestión de pocos segundos (incluso en milisegundos, según algunos expertos) y es en esos fugaces momentos en los que se forma la
primera impresión, en la que nuestro instinto juega un papel importante. Es como si sintiéramos de forma inconsciente la energía y vibración que emana de esa persona. Esa sensación en ocasiones puede transmitirnos una conexión y familiaridad casi instantáneas y otras veces puede ser como una señal de advertencia, como si algo no terminara de encajar. Creo que es importante confiar en ese primer sentimiento que nos despierta una persona y escuchar esa vocecilla interior a ver que tiene que decir. Quién sabe, podría ser la clave para hacer nuevas amistades maravillosas o evitar situaciones no deseadas.
Cuando hablo de confiar en nuestro instinto no me refiero, ni mucho menos, a juzgar de manera superficial a una persona a la que acabamos de conocer, volvernos desconfiados por naturaleza, ni a cerrarnos en banda a nuevas experiencias. No, no es eso, me refiero más bien a escuchar y estar atentos a nuestras propias reacciones y sensaciones, hablo de no ignorar banderas rojas cuando están ondeando justo enfrente de nuestras narices. Porque ese instinto innato que en el fondo tenemos todos es como un superpoder secreto que nos ayuda a detectar las señales de advertencia incluso cuando a simple vista todo parece estar bien y al darle una oportunidad a nuestro instinto incluso podemos abrirnos a personas y relaciones autenticas y evitar aquellas que podrían no ser beneficiosas para nosotros.
Ahora, en el día a día confiar en nuestro instinto puede parecer complicado, pero a veces ese superpoder nuestro solo necesita un poco de práctica para perfeccionarse. Aquí tienes un consejo rápido: escucha a tu cuerpo. ¿Te sientes tenso o incómodo en presencia de alguien? ¿Hay un nudo en el estómago que no desaparece? Esas podrían ser señales de que tu instinto está tratando de decirte algo.
Por supuesto no siempre acertamos, hay ocasiones en las que nuestras propias emociones pueden distorsionar nuestra percepción, haciéndonos ver cosas que no están ahí o ignorando las señales que deberíamos estar viendo. Pero en general, creo que nuestro sexto sentido, es una herramienta invaluable en nuestro arsenal de supervivencia emocional.
Así que la próxima vez que conozcas a alguien y sientas esa conexión instantánea (o esa voz interior que dice «¡Cuidado!»), no la ignores. Puede que sea tu instinto quien esté intentando decirte algo que tu mente consciente todavía no ha captado. Porque a fin de cuentas, confiar en nuestro instinto es confiar en nosotros mismos, y esa es una de habilidad que deberíamos cultivar y potenciar todo lo que podamos.