El club de los cuñados: donde la ignorancia brilla por su ausencia
Creo que no me equivoco mucho si afirmo que prácticamente todos tenemos en nuestro entorno más inmediato al menos un ejemplar de “cuñado sabelotodo”. Una de esas personas que siempre tienen una respuesta o un consejo no solicitado a mano para absolutamente todo. Y es que, aplicado a este tipo de personas, da igual de que tema se hable, esa persona sabrá mejor que nadie absolutamente todo sobre precisamente ese tema y créeme, compartirá su sabiduría contigo quieras o no quieras. Ya sea que se esté hablando sobre política, cocina, relaciones intergalácticas o el arte del origami, estos individuos están siempre listos y al acecho para desplegar su vasto conocimiento en cualquier tema que se plantee y poco importa el pequeño detalle de si se les ha pedido o no su opinión al respecto. Siempre tienen que tener la última palabra, la solución definitiva y, por supuesto, más conocimientos que tú sobre cualquier materia.
¿Qué te acabas de comprar un coche nuevo? ¡Pues que sepas que te has comprado una chatarra demasiado cara y encima con menos prestaciones de las que hubieras podido conseguir si supieras tanto como esa persona!
¿Qué has probado a hacer esa receta deliciosa que encontraste por internet y te ha salido un plato que está de rechupete? ¡Eso es lo que tú te crees! Por qué en realidad no tienes ni idea sobre cómo cocinar. Deberías de haber preguntado antes a ese “cuñado sabelotodo”, que te habría dicho cómo y con que ingredientes hay que preparar esa receta realmente para que esté deliciosa.
¿Qué estás un poco resfriada? ¡No te preocupes! Esa persona “cuñado sabelotodo” te va a explicar exactamente que medicamentos tomar, que remedios caseros aplicar y que pautas seguir. ¿Ir al médico antes de tomar un medicamento así, a las bravas? ¿Para qué? ¡Si ese hombre no tiene mucha idea y además con lo que te está recomendando el “cuñado sabelotodo”, su tía abuela al día siguiente estaba como nueva! ¡Mano de santo, te lo digo yo!
Uno de sus rasgos más curiosos es que, aunque no tengan la menor idea de lo que están hablando, nunca admitirán que están equivocados. ¡No señor! Para ellos, la palabra «equivocación» es solo una leyenda urbana, que en todo caso no es aplicable a ellos. Y si por casualidad consigues demostrar que están errados, te mirarán con una mezcla de condescendencia y lástima, como si no fueras más que un niño que se está metiendo en conversaciones de adulto.
Pero, ¿Dónde se esconden estos gurús omnipresentes? Pues en cualquier parte. Podrían ser tus compañeros de trabajo, algún familiar, tus amigos más cercanos o incluso algún desconocido comentando en redes sociales. No importa el entorno, siempre habrá uno cerca, esperando su momento para corregir tus errores ortográficos o explicarte cómo deberías estar viviendo tu vida de manera más eficiente.
¿Cómo reconocerlos?
Esta es la parte más fácil a la hora de lidiar con el “cuñado sabelotodo”, ya que suele tener como mínimo las siguientes características:
- Vozarrón: Habla alto y con seguridad, incluso si no tiene ni idea de lo que está diciendo.
- Gesto de suficiencia: Siempre tiene una sonrisa socarrona en su rostro, como si te estuviera diciendo «pobre de ti que no sabes nada».
- Temas favoritos: Política, deportes, economía … ¿Qué más da? ¡No hay tema que se le resista!
- Frases y coletillas favoritas: «Te lo digo yo …», «Pero si eso (que has comprado) no vale para nada …», «Si me hubieras preguntado a mí …», “Buah ¿pero cómo se te ocurre ir a tal tienda? … “.
Ahora, ¿Cómo lidiar con ellos y sobrevivir a su presencia constante? ¡Ahí está la verdadera cuestión! Pues, sinceramente, creo que la del “cuñado sabelotodo” es una especie inevitable con la que en más de una ocasión tendremos que convivir. Quizá lo mejor que podemos hacer es tomarlo con humor, no tomarlos demasiado en serio (aunque a veces nos saquen de nuestras casillas), sonreír y seguir con nuestra vida. Al fin y al cabo, la vida es muy corta y nuestro tiempo demasiado valioso como para preocuparnos por los que se creen expertos en todo. Bien mirado, incluso pueden llegar a causarnos alguna risa y aportar algún toque de color a nuestras vidas con sus verdades absolutas y teorías descabelladas.
Y si tu “cuñado sabelotodo” en algún momento realmente te agota, siempre puedes recurrir a la técnica de fingir que estás de acuerdo con absolutamente todo lo que dice. Poco a poco se terminará aburriendo de ti y buscará otra victima.