2 comentarios

  1. Hola, Flossy, totalmente de acuerdo y lo peor de esas PAUSAS forzosas o no tan forzosas (porque si es algo tuyo siempre piensas que te debes cuidar más y todo eso, por tanto son hasta productivas), pues eso lo peor de todo esto es volver a empezar, uuffff, lo que cuesta volver a entrar en la tan ansiada rutina que anhelabas después del proceso que hayas sufrido (ya sea por ti o por un familiar). De repente se te agolpa todo en la cabeza, el querer y el no poder porque ya no tienes el mismo ritmo, porque pesa esa PAUSA forzosa, por todo y hasta que te quitas ese velo o muro que de pronto aparece, cuesta mucho más que la pausa en sí (o al menos eso es lo que me ha pasado a mí en el último año).
    En fin, como siempre digo LA VIDA… Por eso siempre que se pueda CARPE DIEM.
    Un abrazo. 🙂

    1. ¡Qué gran verdad has puesto sobre la mesa, Merche! Tienes toda la razón del mundo, porque es cierto que nos enfocamos mucho en sobrevivir la pausa, pero nadie habla del «síndrome del regreso» (me lo acabo de inventar, pero ¿a que suena convincente?).
      Es como cuando te quitas una escayola después de un tiempo: ¡Quieres echar a correr nada más quitarla, pero tus músculos te dicen que de eso nada, monada, que poco a poco! El cuerpo y la mente no vuelven a encenderse con el mismo interruptor que usaron para apagarse.
      Un gran abrazo

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