Aprendiendo a decir «no» sin derretirse de culpa en el intento
Hay una palabra de tan sólo dos letras que a muchos, a mi la primera, en demasiadas ocasiones se nos hace muy difícil de pronunciar por temor a defraudar. Ese famoso y esquivo “no”, que tan cuesta arriba se nos hace pronunciar a veces a los que estamos de alguna manera programados para intentar complacer a todo el mundo, a los eternos “si-si”. Porque, seamos sinceros ¿Cuántas veces hemos dicho que “si” a algo que en el fondo no queríamos, podíamos, ni nos apetecía en realidad, solo por no hacer sentir mal al otro o por temor a perdernos algo? Yo, la verdad es que con los años he perdido la cuenta y creo, sin mucho temor a equivocarme, que nos afecta a muchísima gente, desde el millenial más “cool”, hasta la abuela más tradicional. Es como si temiéramos que, al negarnos a algo, estamos decepcionando a alguien, perdiendo puntos de «buena persona» o causando desastres de tintes apocalípticos. Pero la verdad es que para nada suele pasar tal cosa, decir alguna una vez «no» no es sinónimo de ser mala persona, sino de cuidarnos a nosotros mismos.
“¿Se enfadarán conmigo si rechazo esa invitación?”, “¿Pensarán que soy egoísta por decir que no puedo hacer ese favor que me piden?”, “¿Y si defraudo a tal persona por negarme?” son latiguillos que a menudo se nos pasan por la cabeza cuando nos encontramos en esa encrucijada. Pero, ¿por qué nos cuesta tanto decir que no? ¿Por qué nos sentimos obligados a complacer a todos? Son muchos los factores que intervienen cuando vetamos la palabra “no” en nuestro diccionario como respuesta a una petición y decimos que sí a casi todo para que no nos tachen de “antipáticos”, “egoístas” o “maleducados”. Y en más de una ocasión, tras actuar así, al final nos hemos arrepentido por sentirnos agobiados y frustrados por ello. Algunos de los factores que nos hacen actuar así podrían ser los siguientes:
Convención social: Nos enseñaron que ser amables y solícitos puede ser una de las claves del éxito social. Es como si nos hubieran programado para responder con un «sí» automático a cualquier solicitud, sin discernir si realmente queremos atenderla.
Sentimiento de culpa: La culpa es un sentimiento complejo. A veces puede ser un motor para hacer el bien, pero otras veces nos hace pensar que estamos obligados a ayudar a los demás siempre y por lo tanto nos lleva a decir sí a cosas que no queremos hacer. Nos sentimos culpables por no estar disponibles para los demás o por no cumplir con las expectativas.
Temor al rechazo: Pensamos que si decimos que no, la otra persona se va a enfadar y no queremos que se sienta herida o piense mal de nosotros.
Necesidad de agradar: Queremos que todo el mundo nos quiera y nos vea con buenos ojos.
Dificultad para establecer límites: Nos cuesta decir que no porque no queremos que los demás nos vean como personas negativas o egoístas.
Pero en realidad ¡Decir que “no” es un acto de amor propio! Cuando decimos que no, nos estamos respetando a nosotros mismos y a nuestro tiempo y transmitir el siguiente mensaje: «Soy importante y mis necesidades también cuentan» y, una vez que superado cierto temor inicial, ¡nos sentimos mucho más libres y felices!
Ahora, también hay que ser consciente de que “del dicho al hecho puede haber mucho trecho” y que si no tenemos el hábito de decir “no”, a muchos nos puede costar horrores llevar ese autocuidado a la práctica. Que una cosa es ponerlo aquí, en un blog-post y otra cosa muy distinta, llevarlo a la práctica en nuestros día a día y aquí es, querido lector, donde entra en juego lo que podríamos llamar una pequeña guía en “El arte de aprender a decir “no” sin sentirnos culpables”.
Acepta que un “no” a tiempo es sano: Este primer consejo bien podría ser la esencia el resumen de todo este post. Cuando intentamos ser todo para todos, al final terminaremos desgastados y agotados. Decir «no» a algo que no nos beneficia o que no podemos asumir es una manera de cuidar nuestra energía. No estoy hablando de que nos volvamos seres puramente egoístas, sino de aprender y recordar que tenemos derecho a decir «no». No eres una máquina de decir «sí» a todo. ¡Tú también tienes necesidades y deseos!
El «no» no necesita justificación: Uno de los grandes errores que tendemos a cometer es sentir que tenemos que justificar ese «no» que damos cuando un simple “lo siento, no puedo” debería ser suficiente. Nosotros mismos a menudo somos los primeros en caer en la trampa de añadir párrafos innecesarios de explicación a nuestra negativa, tantos que en ocasiones acabamos incluso dudando de nuestra decisión.
Se honesto y no inventes excusas: Si a pesar del punto anterior en algún momento sientes que si hay necesidad de justificar alguna negativa en concreto, sé honesto y evita inventar excusas rebuscadas. Practica la asertividad y expresa tus necesidades de manera clara y respetuosa.
Utiliza el «no» positivo: El «no», aunque firme, no tiene que ser ni brusco, ni descortés. Podemos decirlo con un toque de amabilidad y empatía que suavice las cosas, como “Me encantaría ayudarte, pero esta vez no me es posible.” Así, dejamos claro que la intención es positiva, aunque no podamos aceptar.
Cuida tu lenguaje corporal: Una postura erguida y un tono de voz seguro transmiten confianza. Y recuerda, no es un no a la persona, es un no a la situación!
Decir ‘no’ cuando es necesario, es un acto de valentía y amor propio. Al establecer límites, te estás regalando el tiempo y la energía que necesitas para alcanzar tus metas y vivir una vida más plena. Desmitifica el decir que si a todo y a todos por compromiso, por quedar bien. Saber decir “no” a tiempo sin sentirse culpable es una habilidad que se puede aprender y se perfecciona con la práctica. Decir «no» a algo que no podemos o no queremos hacer, es decir «sí» a otra cosa. A nuestro tiempo libre, a nuestros proyectos y a nuestra paz mental. No estamos solos en esto, muchas personas se enfrentan a este mismo desafío. ¡Empieza hoy mismo a practicar el arte de decir ‘no’ y descubre la libertad que te espera!
Y tú, ¿Cómo sueles reaccionar cuando alguien te pide un favor que no puedes o no quieres hacer? ¿Te cuesta decir que no? ¡Comparte tu experiencia en los comentarios!