¿Un blog personal en 2023?
¿Un blog en 2023? ¿Cómo es que te ha dado por ahí? ¡Buff, qué pereza! ¿Pero, sabes hacerlo? … Estos y otros posibles comentarios-pregunta se me pasaron por la cabeza cuando en mi mente empezó a gestarse la idea de llevar un blog.
Siempre me había gustado escribir, plasmar y compartir mis cosas con quien quisiera leerlas. Incluso en tiempos, hará 14 o 15 años ya llegué a llevar uno que con el tiempo, debido a que diversas circunstancias cambiaron en mi vida, se terminó perdiendo. Aquellos tempranos escarceos con el mundo bloguero, cuando de alguna manera estaban «de moda» y prácticamente todo el mundo llevaba un blog, así como la pequeña comunidad de personas afines que llegué a conocer, me dejaron un grato recuerdo de aquella experiencia.
Pero ¿cómo es que después de tantos años de repente volví a sentir el impulso de escribir, de compartir mis cosas con el mundo? El detonante creo que fue el hecho de que mi»guiri personal e intransferible», al que conocí por internet y con quien pronto celebraré nuestro primer aniversario de casados, aceptara el encargo por parte de mi jefe de crearle una página web para su negocio. Yo, por mi parte, he de reconocer que en ocasiones puedo llegar a ser un poco «vieja del visillo» por lo que durante el proceso de creación en más de una ocasión me asomé por encima de su hombro y de soslayo vi que en la plataforma que había elegido para la creación de la web también ofrecía un apartado dedicado a blog.
En un primer momento, pasé casi de puntillas y sin darle demasiada importancia por la palabra blog. Sin embargo, sin yo apenas darme cuenta, la palabreja «blog» seguía ahí, en algún lugar de esta cabecita loca que tiene Flossy y fue taladrando sutilmente hasta despertar en mí de nuevo el deseo de darle al teclado y compartir mis cosas y a partir de ahí empezó a tomar forma esta nueva aventura con el mundo Blogger y que espero dure mucho, mucho más en el tiempo.
Mientras se gestaba la idea, claro que me surgieron dudas. Al fin y al cabo habían pasado al menos unos 8 años desde la última vez que tuve contacto con el mundo bloguero. Si este lapso de tiempo ya de por sí es un tiempo bastante prolongado, cuando ya hablamos de internet que evoluciona en un abrir y cerrar de ojos, puede llegar a ser un salto cuántico. De manera que, mi primera tarea consistiría en indagar si con la creciente cultura de los influencers y en tiempos de Instagram, tiktok y similares, en los que lo que suele primar son los videos cortos, si en la era de las redes sociales en las que lo que parece que suele gustar más son las experiencias visuales rápidas antes que las lecturas, realmente sigue habiendo un hueco para los blogs.
Los resultados de esa primera investigación, la verdad es que fueron un poco contradictorios, incluso algo desalentadores. Según afirmaban algunos artículos, basándose en supuestos estudios y de casualmente cada dós párrafos intentaban venderte cursillos online sobre como vivir de tu blog en seis meses, si bien los blogs no están muertos en 2023, los blogs personales o los que no se centran en una sola temática (también es casualidad, ya que era exactamente el tipo de blog que tenía en mente) aparentemente hoy en día lo tienen más difícil. Otras opiniones y artículos, sin embargo, desacreditaban esta última afirmación y sostenían que los blogs personales siguen teniendo su hueco y por supuesto qué lectores. Con estas informaciones contradictorias y tras mucho debate interno, decidí tirarme de nuevo a la piscina del mundo bloguero. Al fin y al cabo, ¿qué podía salir mal?
Tomada ya la decisión, el siguiente paso fue buscarle un nombre y escoger una plataforma de contenido con la que crear mi pequeño gran proyecto. Cuando se trata de buscarle un nombre a la criatura quieres ser original, pasé varios días con la agenda y el boli no muy lejos, anotando cualquier posible nombre que se me ocurría en los momentos más inverosímiles para después, cuando la lista ya había adquirido cierto largo, ir descartando los que no me gustaban e ir filtrando hasta quedarme con el que más me convencía. Una vez «bautizado» el blog, no sin algún debate interno más sobre si un nombre en inglés sería lo más adecuado, tocó decidir dónde y como diseñar mi sitio. Probé con varias páginas de creación de sitios web, cometiendo el error de pagar directamente por una suscripción anual antes de haber probado en la primera de ellas (inocente de mí). Este sitio para una principiante como yo resultó ser demasiado técnico y poco intuitivo, de manera que acabé cancelando la suscripción y, puesto que todo proceso de aprendizaje conlleva la secuencia «error, repetición» esta vez probé en la versión gratuita de otras dos páginas creación hasta finalmente dar con la que más me convencía.
A esta búsqueda del mejor lugar en el que diseñar mi hueco personalizado en la web le siguieron horas de mi tiempo libre, invertidas con gusto, para darle la forma que yo deseaba a este espacio tan personal y que por fin ve la luz. Ya iré contando las piedras con las que me voy encontrando por el camino, compartiendo la experiencia de volver a convertirme en blogger.