La vida es demasiado corta para ser una oveja, mejor ser autentico y feliz.
¿Sabes lo que es la llamada “mentalidad de rebaño”? Básicamente se resume en un comportamiento en el que tendemos a actuar de la misma manera que la mayoría de las personas que nos rodean, a menudo ignorando nuestros propios sentimientos sobre ese comportamiento en concreto en el proceso. Inconscientemente todos tendemos a hacerlo en mayor o menor medida, ya que la mentalidad de rebaño en el fondo es un residuo evolutivo de cuando la supervivencia de grupo era esencial para la protección del individuo. Si todos los integrantes de un mismo grupo se comportan de la misma manera, éste se vuelve más fuerte y eficiente.
Ahora, ¿Realmente queremos ser una oveja más del rebaño? Hace ya algún tiempo que cómo mujer “cinquentañera” con algunos años de experiencia a cuestas, he terminado por abrazar una filosofía de vida con un mantra encantador, aunque ligeramente irónico: “Está perfectamente bien no estar conforme con seguir la norma”. En su variante en inglés (“it’s ok not being ok with being ok”), que realmente es en la que se basa esta filosofía de vida, suena incluso bastante lioso ¿Verdad? Pues déjame que te explique mi punto de vista personal al respecto y posiblemente también termine cobrando sentido para ti.
Empecemos, por ejemplo, por las Redes Sociales. que, desde hace ya mucho tiempo, han pasado a formar parte de nuestro día a día. Si te das una vuelta por las RRSS de tus conocidos, posiblemente veas cómo tendencia general, la que en cierto modo “dicta el rebaño” para tener éxito, la de “todo, absolutamente todo está super-hiper-mega-genial y no hay malos momentos”. Desde “selfies” tomados desde el ángulo ideal y pasados por multitud de filtros, hasta fotos de platos de lo más “cuqui” del restaurante de moda o preparados en casa en “menos de 5 minutos con tan sólo 3 ingredientes”. ¡Todo espectacular! Una colección perfectamente orquestada de momentos destacados que sugieren una vida perfecta. Mientras tanto, aquí me tenéis, haciéndole fotos a mis gatos jugando en una caja de cartón, lo cual, siendo sincera, me parece mucho más divertido que buscar la iluminación perfecta para el “selfie” número no-sé-cuantos, y me doy cuenta de que soy feliz siendo la oveja negra que no sigue al rebaño, que prefiero esos momentos sin filtro, cómo cuando te equivocas y le echas sal en vez de azúcar a tu receta de galletas caseras, un desastre, pero divertido.
Luego está esa tendencia de que, para contar con el visto bueno del rebaño, tener éxito y no ser considerado el bicho raro, siempre hay que estar cuanto más ocupado, mejor, ser productivo. Se diría que, si no llevas un ritmo de vida ajetreado, es que estás haciendo algo mal. Para seguir la norma tienes que ser capaz de compaginar tu vida laboral con llevar tu casa, aprender un idioma, ir a clases de pilates, atender actividades culturales, no descuidar la lectura, dormir 8 horas al día y los fines de semana salir a hacer senderismo, ir de tardeo, salir con los amigos, cocinar para toda la semana y tener la casa impecable. Todo ello con una sonrisa y sin despeinarte, por supuesto. Pues bien, yo he llegado a la conclusión de que no necesito llegar a todas esas metas para sentirme realizada. En lugar de correr de un lugar a otro intentando abarcarlo todo, prefiero dar un paseo tranquilo, disfrutando del paisaje o de un hermoso atardecer y si alguna tarea se queda por el camino, ya la haré mañana. Soy igual de feliz pasando un domingo en pijama y sin peinar, que haciendo planes con los que quiero, pero no porque eso sea lo que se espera de mí, si no porque es lo que realmente me apetece hacer en ese momento.
Y si echamos un vistazo por el mundo de las tendencias de moda, lo tenemos todavía más complicado para escapar a la mentalidad de rebaño. Tomando como ejemplo mi franja de edad, y según los autoproclamados expertos en tendencias, para poder presumir de “estilazo” actualmente debería de contar con un fondo de armario clásico y atemporal (que tampoco tengo muy claro en que consiste) de colores suaves e incluso con algún estampado discreto. Debe ser de estilo holgado y poco ajustado al cuerpo.
Esto es sólo un ejemplo, pues algo parecido ocurre prácticamente con todas las franjas de edad, no faltará ese rebaño que nos intente dictar que es estilos, cortes o colores debemos llevar para estar a la última y que no.
Hay quien realmente disfruta siguiendo al pie de la letra todos los mandamientos de los “grandes de la moda”, hay quienes simplemente los siguen sin criterio propio para no dar la nota como si fuesen personajes del cuento de Hans Christian Andersen “El traje nuevo del emperador” y por último estamos los que simplemente vestimos como más a gusto nos sentimos, independientemente de si corresponde o no a la tendencia actual. De hecho, siempre que puedo, con unos vaqueros, un top “hippie” y deportivas, soy la mujer más feliz del mundo, aunque quizá pueda provocar alguna mirada de desaprobación. ¿No es la moda una forma de expresión de quiénes somos? Pues si mi expresión ha decidido que prefiero la comodidad, que así sea.
En conclusión, mi querido lector, no hay nada malo en no estar conforme con lo que hace la mayoría, en ser la nota discordante y permitirnos ser nosotros mismos. No se trata, ni mucho menos, de desafiar a todo el mundo o las normas porque sí. Es cuestión de no vivir según el guion trazado por otros, a cambio de olvidarnos de lo que nos hace realmente feliz a nosotros mismos. ¿Qué quieres aprender a tocar la batería a los 50? Adelante, hazlo. ¿Te apetece tomar un helado en febrero? ¿Y por qué no? Si tu idea de una noche de fiesta consiste en acurrucarte en el sofá con un buen libro y una infusión deliciosa ¡Disfruta del momento!
Lo que quiero decir, y volviendo a mi mantra, es que en ocasiones está bien no seguir siempre la corriente general, la que marca el rebaño. La vida no siempre es una autopista recta que haya que recorrer a toda prisa y sin mirar a derecha ni izquierda. Tiene sus curvas, caminitos de tierra y recovecos interesantes que explorar y en los que detenerse un momento, admirar la belleza de las flores que bordean ese rincón o pasar por algún desvío. Si nunca dejas salir tu propia esencia por pura mentalidad de rebaño, es fácil que te puedas perder muchos pequeños momentos que pueden marcar la diferencia entre ser uno mismo y ser una oveja más del rebaño. Está bien vivir la vida a nuestro propio ritmo, siendo nosotros mismos con todas nuestras excentricidades y rarezas que, al fin y al cabo, son lo que nos hace únicos.
Brindemos por vivir la vida a todo color, incluso si mientras lo hacemos, nos salimos de las líneas con los colores de vez en cuando.
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