La Navidad se Acerca: ¡Prepárate para el Festín de Estrés y Alegría!
¿Es demasiado pronto para hablar de Navidad? ¡No creas! Puede que al leer la palabra Navidad, efectivamente pienses que aún es un poco pronto para hacer un blog post sobre cualquier cosa relacionada con estas fiestas. ¡Pero si apenas estamos a finales de Octubre! Y el caso es que yo pensaba igual, hasta que, hace pocos días, durante uno de esos pequeños descansos que nos podemos tomar en nuestra jornada laboral para tomarnos un café o lo que nos hayamos traído ese día para almorzar, me sorprendí a mi misma buscando en el móvil recetas sencillas y diferentes para Nochebuena. No fue hasta entonces cuando realmente empecé a ser consciente de lo que las estanterías de turrones en los supermercados y las papeletas de Lotería de Navidad ya nos vienen anunciando desde que arrancamos del calendario la hoja correspondiente a Agosto.
¡La Navidad se va acercando a pasos agigantados! Ya estamos a punto de celebrar Halloween y de llevar flores a los cementerios por Todos los Santos, en un abrir y cerrar de ojos nos arrollará la campaña Black Friday con sus “súper-ofertas imbatibles” (a final de mes, claro está), nos invadirán los anuncios de perfumes, la música ambiente navideña en cualquier comercio que pisemos y antes de que nos podamos dar cuenta estaremos envolviendo los regalos, yéndonos de cena / comida de empresa, rompiéndonos la cabeza sobre qué diablos le compraremos a ese compañero, al que realmente apenas conocemos, que nos ha tocado en el amigo invisible y decidiendo con que familiares vamos a cenar en Nochebuena, comer el día de Navidad y dónde nos tomaremos las uvas.
He de confesar que personalmente no soy una persona demasiado apasionada por la Navidad. No me entendáis mal, tampoco es que sea un Grinch, pero creo que a lo largo de las últimas décadas se han vuelto unas fiestas demasiadas comerciales y consumistas perdiendo una buena parte su espíritu original. Es por esa casi obligación de consumir como si si acabara el mundo, que, al darme cuenta de lo próximas que están esas fechas ya, he sentido algún que otro escalofrío y he empezado a estresarme. ¿Que les regalo a unos y a otros? ¿Que cocino? ¿Decoración nueva o rescatamos la de años anteriores? ¡Hay que empezar ya mismo a comprar alguno de esos alimentos que en Diciembre disparan su precio y congelar! Y es que parece que en Navidades debamos colmar obligatoriamente a nuestros seres queridos de regalos cuanto más costosos mejor para demostrar cuanto les queremos o que si no nos atiborrarnos de turrones, canapés, embutidos ibéricos y marisco como si a partir de Enero solamente estuviésemos a base de pan y agua, es que estamos haciendo algo mal.
En mi caso, por lo menos la decisión sobre dónde celebrar la reunión familiar de Nochebuena no suele ser la parte más complicada (menos mal, un dolor de cabeza menos). Por parte de mi familia somos poquitos y nos vamos turnando, por lo que siguiendo la rueda éste año seré yo la anfitriona Por parte de mi media naranja, al no ser él de aquí, la opción de comer o cenar en esas fechas señaladas con la familia política, salvo que podamos hacer coincidir el estar de vacaciones en su país con el periodo Navideño, éste año está fuera de la ecuación. Ahora, confeccionar ese menú, me temo que no va a ser tarea fácil. Ya hace algunos años que no nos solemos ceñir a lo que sería un menú tradicional de Nochebuena y que hemos decidido de hacer ese menú, si bien un poco especial y festivo, mucho más ligero. Y es aquí dónde empieza la complicación de satisfacer a todos los paladares que van a asistir, el menú en cuestión no debe contener huevo, ni azúcar, ser bajo en carbohidratos y grasas y alguno de los comensales tampoco es muy amigo de los platos de pescado. Al menos dispongo todavía de algo de tiempo para buscar ideas, recetas y sugerencias.
El tema regalos es otro cantar. Aunque en mi entorno más inmediato desde hace unos años hayamos establecido por un lado poner un “techo de gasto” por regalo y por otro lado, al menos entre los adultos, darnos pistas sobre que es lo que nos gustaría o hace falta, nunca falta quien no se decide o aquel familiar del que de verdad que no tienes ni idea sobre que regalarle. Aun cuado ya tengas más o menos claro cual sería el regalo perfecto para cada persona, ahora tienes que conseguirlo. Con algo de suerte, y sobre todo si es con antelación suficiente, puedes conseguirlo online, pero ¡Ay de tí, si ese no es el caso! Cuando eso ocurre, no te queda más remedio que acudir al centro comercial más cercano, lo cual puede convertirse en toda una odisea. Una vez que adentras en ese mundo épico de tiendas abarrotadas en plena campaña Navideña intentas abrirte paso entre multitudes de gente, esquivas carritos de compras enloquecidos y te preguntas cómo terminaste en la sección de calcetines cuando lo que estabas buscando era un perfume.
Y seamos sinceros, por mucho que nos hayamos prometido a nosotros mismos en años anteriores que no volveremos a esperaremos al último momento para ese tipo de compras, por muy previsores que intentemos ser, al final siempre terminamos en las tiendas en días en los que más concurridas suelen estar para alguna compra de última hora. Ya he perdido la cuenta de todos los años en los que me había propuesto firmemente que el día de 24 de diciembre no pisaría ninguna tienda … y ¿A que adivinas donde estaba yo en algún momento de esa fecha? Correcto, en la tienda que no tenía intención de pisar, en una cola interminable, sólo para darme cuenta cuando ya casi me toca pagar que de las cuatro cosas que había venido a comprar, dos se me habían olvidado.
Conforme se va acercando la fecha del 24 de Diciembre, sobre todo si ese año somos nosotros los anfitriones, por supuesto que también toca una limpieza en profundidad. Y no es que durante el resto del año nuestra casa esté hecha una pocilga, no, pero cuando preparamos nuestro hogar para recibir a la familia en Navidades queremos que éste muestre su mejor cara a nuestros invitados. Y es durante ese proceso de limpieza cuando ¡la cosa puede volverse realmente interesante! Desde encontrar objetos perdidos desde hace meses en los lugares más insospechados, lugares que además juraríamos haber revisado no hace tanto, hasta descubrir manchas misteriosas que no hay manera de quitar en el sofá, cada rincón de la casa puede convertirse en una fuente de sorpresas. Después de ese desfile multicolor de productos y utensilios de limpieza tenemos la satisfacción de que nuestra casa reluce cómo los chorros del oro.
La navidad, que un año más, se está acercando implacablemente, puede llegar a ser una montaña rusa de emociones y estrés si lo permitimos. Pero precisamente para combatir ese estrés, nos conviene no olvidar cómo solíamos vivir esas fechas cuando eramos niños, es decir, cómo días llenos de magia y de grandes momentos en familia. Aunque en edad adulta los preparativos puedan llegar a ser caóticos y nos hagan sentir como malabaristas profesionales, recordemos que lo más importante es disfrutar de la compañía de nuestros seres queridos y crear recuerdos inolvidables. Mi consejo estrella para sobrevivir a la Navidad sin morir en el intento: Relájate, disfruta y no te tomes las cosas demasiado en serio. ¿Y tú qué te opinas? ¿Cómo afrontas tú es estrés pre-navideño? ¿Añadirías algo más? Deja tus comentarios.