Hoy no estoy para cosas de adulto
¿Alguna vez has tenido uno de esos días en los que desearías volver a ser niño? ¿Regresar a esos años en los que nuestras mayores preocupaciones eran que sabor de helado escoger o a que jugaríamos con nuestro mejor amigo al día siguiente? Si en alguna ocasión, al igual que a mi, te ha asaltado a traición esa sospecha de que cuando nos convertirnos en “adultos responsables”, nadie nos dio a leer la letra pequeña, acompañame en este viaje a través de algunos desafíos con los que hemos de enfrentarnos los adultos en nuestro día a día y que en determinados momentos simplemente nos hacen querer patalear y exclamar ¡Ya no quiero ser adulto!
Y es que en ocasiones parece que estemos lidiando con más obstáculos que en una yincana . Nos movemos a lo largo del día por batallas con el despertador, enfrentamientos con los electrodomésticos que se empeñan en tener vida propia, malabares con la agenda, sudokus financieros y batallas épicas contra la tecnología. La vida de adulto, nos guste o no, tiene sus momentos de “drama” (entre comillas, por supuesto) y de comedia, por lo que hoy me gustaría compartir algunos de esos momentos de Flossy enfrentándose a los retos cotidianos de la vida adulta con una sonrisa y un guiño cómplice, y por supuesto sin olvidarnos de esa niña interior a la que darle el capricho de poder disfrutar deslizándose por el tobogán del parque de vez en cuando.
Así que, aquí me tenéis, una mujer hecha y derecha (o al menos eso dicen), intentando ejercer de adulta como una “pro”. Intento que, en ocasiones, puede llegar a ser un viaje alocado, me refiero a ese tipo de viaje en montaña rusa en la que no estás del todo segura si llevas bien abrochado el cinturón de seguridad. Porque, vamos a ser sinceros, la vida adulta puede ser un verdadero desafío. ¿Quién nos iba a decir que llegar a esta etapa de la vida sería tan … interesante?
Admitámoslo, la vida adulta es compleja, mucho más compleja de lo que solíamos pensar cuando soñábamos con ser adultos independientes que podrían hacer lo que quisieran, cuando quisieran sin dar explicaciones y cuyas únicas responsabilidades consistirían en acordarse de pagar sus facturas y de regar las plantas de vez en cuando. ¡Pero que ingenuos! Nadie nos advirtió sobre los retos que nos esperarían en el camino (o quizá si lo hicieran, pero no prestamos atención), ni nos dio a leer la letra pequeña (que seguramente tampoco la habríamos leído). Por si eso fuese poco, por más que busqué, no he podido encontrar el manual de instrucciones de la vida adulta. En lugar de eso, se parece muchísimo a intentar montar un mueble de IKEA sin tener las instrucciones: Caótico, confuso, frustrante y, a veces puedes acabar descubriendo que la estantería que compraste, se parece sospechosamente a una mesa de centro.
Hablemos, por ejemplo, de la tecnología y yo: La vida adulta nos ha llevado a un mundo en el que la tecnología avanza a la velocidad del rayo y aunque prometo que intento mantenerme al día, a veces tengo la ligera sospecha de que la tecnología conspira contra mi. ¿Te acuerdas de cuando un teléfono era solamente eso, un teléfono que servía para hacer llamadas? Ahora, si me descuido, mi teléfono es más inteligente que yo.
Corrige automáticamente las palabras de nuestros mensajes, hasta el punto de que pueden surgir momentos desde cómicos a tensos si no estamos muy atentos a las jugarretas del auto-corrector , nos sugiere que deberíamos de decir a continuación y, de vez en cuando, se esconde en el fondo de mi bolso, sobre todo si es una llamada importante. Y no hablemos de las redes sociales. Parece que todo el mundo se mueve entre Instagram, Twitter y Facebook cómo pez en el agua, mientras yo estoy debatiendo si subir una foto de mi cena o no sin llegar a borrar la galería de fotos entera en el intento. Alerta de spoiler: mi cena rara vez se parece a las fotos que se ven en Instagram.
El arte de las compras: ¿Alguna vez has bajado al supermercado con intención de de comprar solamente pan y leche y terminaste con un carrito lleno de cosas que no necesitabas? ¡Bienvenido al mundo de las compras de adultos! Parece que en cuanto cruzamos la puerta de una tienda, nos dejamos el sentido común en casa. Y no importa cuántas veces nos prometamos a nosotros mismos que solo compraremos lo necesario,
ni cuantas listas de la compra nos llevemos, siempre terminamos con un montón de cosas que no sabemos cómo llegaron a nuestro carrito. ¡Pero, al menos tenemos justo esa súper-oferta que necesitábamos sin saberlo hasta que la vimos! Que, al fin y al cabo, somos adultos y podemos darnos ese tipo de caprichos sin tener que pedir permiso.
Cocinando cómo adulto: La vida adulta también nos ha convertido en expertos en el arte de cocinar. O al menos intentamos convertirnos en esos expertos. Cuando nos adentrábamos en la adultez, algunos de nosotros pensábamos que cocinar era poco más que meter una pizza congelada al horno o abrir una lata. Ahora sin embargo, nos tomamos la cocina más en serio, enfrentándonos a deliciosas recetas complicadas con ingredientes de los que a menudo ni siquiera sabemos pronunciar el nombre correctamente.
Y aunque intentemos seguir las instrucciones de la receta original al pie de la letra, siempre terminamos improvisando y agregando nuestro toque personal (al menos yo sí suelo hacerlo), midiendo las cantidades a ojo, añadiendo esto que “seguro que le va muy bien” y quitando aquello que “se me olvidó comprarlo y seguro que ni se nota”. A veces el resultado puede ser delicioso, otras veces … bueno, dejémoslo en que en otras ocasiones un sándwich de cualquier cosa que tengamos por casa o pedir comida a domicilio tampoco están tan mal.
El tiempo y sus trucos: Cuando éramos niños y nos hablaban de que para tal o cual cosa solamente faltaba una semana, nos parecía literalmente una eternidad. En la edad adulta, sin embargo, el tiempo parece volar, una semana pasa en un abrir y cerrar de ojos.
Parece que fue ayer cuando celebrábamos nuestro 30 cumpleaños y de repente, sin saber cómo, las velas de nuestra tarta van precedidas del número 5 ¿Qué ha pasado? El tiempo es un misterio que solo los relojes y las arrugas pueden entender. Pero no te preocupes, porque la vida adulta también nos enseña a disfrutar cada momento y a no tomarnos todo tan en serio. Después de todo, la risa es el mejor antídoto contra el paso del tiempo.
Pero a pesar de todos estos y más desafíos, surge la cuestión: ¿era realmente más fácil ser niña? La respuesta en sí no es fácil, yo he llagado a la conclusión de que, aunque la infancia tenía su propia serie de problemas y preocupaciones, la inocencia y la falta de responsabilidades hacían que todo pareciera mucho más sencillo.
No teníamos que preocuparnos por pagar facturas, tener éxito profesional o mantenernos al día con las últimas tendencias. Éramos niños, jugábamos y disfrutábamos de la vida sin complicaciones y no teníamos las responsabilidades de la edad adulta o al menos así lo vemos desde nuestra perspectiva actual. Pero como seres humanos que somos, a menudo tendemos a enfatizar más los momentos agradables cuando nos ponemos a recordar tiempos pasados, por lo que es fácil que se nos llegue a olvidar que en cada etapa de la vida, nos toca enfrentarnos a desafíos únicos.
A pesar de que, como adultos a veces pueda parecer que estemos inmersos en una partida interminable de ajedrez en la que un día eres la reina, que avanza con confianza por el tablero, y al día siguiente un peón, que intenta que no le derriben, la experiencia y las canas de la adultez, también tienen algo liberador. Si bien la vida de adulto puede llegar a ser complicada, también podemos llegar serlo nosotros.
Así que, queridos lectores, la próxima vez que sintamos que la vida adulta nos está jugando una mala pasada, recordemos que siempre podemos encontrar consuelo en un mimar un poco a nuestro niño interior, ya sea con un buen plato de nuestro plato favorito, con una taza de chocolate caliente o un capítulo de nuestra serie favorita. ¡Porque, después de todo, la vida es demasiado corta para no disfrutarla con una pizca de humor y de vez en cuando, con una buena dosis de nostalgia infantil!