El conflicto de los zapatos: ¿Tacón o comodidad?
Con la llegada de las rebajas nada más estrenar el año, llegó el momento de pensar en alguna renovación de vestuario. Nada espectacular, un par de piezas y a precio de ganga, como mucho, ya que la cuesta de enero está ahí, acechando. Y claro, pensando en algún capricho ¿por que no echar un vistazo a nuevo par de zapatos? Que aunque mi media naranja jura y perjura que tengo más zapatos de los que posiblemente pueda llegar a llevar, yo me mantengo en mis trece de que todos los pares de zapatos que hacen guardia en mi armario (que tampoco son tantos) son absolutamente necesarios en algún momento. Aclarado este punto, el tema candente de este post es el eterno conflicto entre la comodidad y la elegancia, de manera que si, hoy toca hablar sobre el conflicto existencial de los tacones vs. la comodidad extrema de una zapato quizá algo menos estiloso, pero extremadamente cómodo.
Desde hace años la industria de la moda nos ha vendido la idea de que un zapato de tacón es el no va más y que para estar espectaculares, elegantes y sofisticadas debemos hacer equilibrios caminando de puntillas apoyando los talones sobre una superficie que en su parte más puntiaguda, la que hace contacto con el suelo, es minúscula (en un tacón de aguja es de unos 0,5 a 1 cm aproximadamente).
A este dato debemos añadirle que, además, la estructura restante zapato de tacón en muchísimos casos tiene un diseño que apenas ofrece soporte a nuestro pie. Y si, reconozco que un zapato de tacón visualmente estiliza mucho, pero también suelen provoca dolores y rozaduras propios de una sesión de tortura medieval. También reconozco que yo misma he embutido mis pies durante muchos años esos zapatos que nos hacen sentir como reinas por un día, pero que nos dejan con moretones en el ego y dolor en los pies que ni un spa de lujo puede remediar. Siempre a un paso (literalmente) de torceduras de tobillo, rozaduras y otros tipos de lesiones en los pies. ¿De verdad es necesario sufrir tanto por un par de zapatos?
Si bien también he sido asidua consumidora de zapato de tacón, aunque es cierto que siempre he optado por un tacón un poco más ancho y una altura no muy exagerada, en el fondo siempre he sido más del “team comodidad”. A pesar de mi preferencia por la comodidad en los pies, durante mucho tiempo he ido relegando ese calzado cómodo a los ratos de ocio , fines de semanas y vacaciones. Pero, el tiempo pasa y llega un momento en el que una prefiere anteponer el bienestar de sus pies, que al fin y al cabo soportan todo nuestro peso corporal, al glamour de ganar unos centímetros adicionales y apostar por la comodidad, sin renunciar al estilo. ¿Por qué no buscar ese equilibrio entre lo bonito y lo práctico? Y es que, la moda debe adaptarnos a nosotros, no al revés. Al fin y al cabo, ¿de qué sirve estar increíble si estamos sufriendo en el intento y deseando descalzarnos en cuanto dejemos de estar al alcance de miradas indiscretas? Es hora de rebelarse contra la tiranía de los tacones y abrazar la comodidad, sin renunciar al estilo. ¡Que vivan los zapatos que hacen felices a nuestros pies!
Pero, lo más importante es recordar que la verdadera elegancia no se mide en centímetros de tacón, sino en la confianza y la alegría que irradiamos. Así que, ya sea que decidas bailar con tacones de esos que quitan el hipo o caminar sobre nubes con zapatos planos, que siempre sea una elección que refleje la maravillosa amalgama que somos. Independientemente de la opción que prefiramos, caminemos con estilo y una sonrisa de comodidad