Cuando la inspiración se esconde. La batalla contra la página en blanco
Como sin duda el atento lector habrá notado, abril no ha sido precisamente mi mes más productivo en el blog ya que diversos acontecimientos del día a día, que poco a poco parece ir volviendo a su cauce, se habían empeñado en mantenerme alejada del teclado. Después de esta pausa creativa un poco forzada me apetecía mucho volver a compartir mis reflexiones y desventuras con quien quisiera leerlas. Durante el periodo de inactividad había ido anotando un montón de ideas conforme me venían a la mente y estaba bastante convencida de que iba a ser “pan comido” retomar el blog. De manera que me senté delante del pc dispuesta a dejar fluir la creatividad. Pertrechada con una taza de té a mi lado, mis notas delante mía, los gatos acurrucados cerca y mi media naranja entretenida en sus cosas, todo parecía perfecto para escribir un nuevo blog post. Pero, en cuanto me quise poner a ello ¡Oh, no! ¡El temido bloqueo del escritor! Ahí estaba Flossy mirando la pantalla en blanco con cara de pasmo y sin saber por donde empezar. Era como si la inspiración se hubiera tomado unas vacaciones y me hubiera dejado sola con un montón de ideas rondando en la cabeza, pero sin manera de concretarlas.
Y no es que el síndrome de la página en blanco y yo no seamos viejos conocidos, no. De vez en cuando tenemos alguna escaramuza que otra. En ocasiones parece estar acechándome a la vuelta de la esquina y esperando el momento perfecto para atacar, impidiéndome plasmar mis ideas y darles forma y, la verdad sea dicha, es un oponente formidable. Cuando decide atacar, ahí está esa página blanco mirándote de forma desafiante, como si estuviera diciendo ¿Y bien? ¿Hoy qué tienes para mi? Donde en otras ocasiones nada más abrir esa página, las palabras parecen fluir casi solas, es dónde suele empezar la batalla entre el bloqueo del escritor y mi mente. A veces, intento llenar el espacio en blanco con cualquier cosa que se me ocurra en un vano intento de vencer: palabras sin sentido, garabatos, la lista de la compra … lo que sea. Pero la página en blanco se mantiene firme y desafiante, minando temporalmente mi capacidad de dejar fluir las palabras de manera coherente.
Otras veces he optado por la estrategia de le procrastinación: Minimizar la página en blanco y revisar mis correos electrónicos por enésima vez, limpiar a conciencia y con un pincel el teclado de mi ordenador, comenzar una investigación en profundidad sobre la historia de los gatos en el antiguo Egipto, que al fin y al cabo podría llegar a dar pie a un buen post … Cualquier cosa menos enfrentarme a la tarea que tengo entre manos. Después de admitir ante mi misma que la procrastinación esta vez tampoco ha funcionado, llegó el momento de optar por estrategias digamos que menos convencionales como bailar a pierna suelta en el salón, hablarles a mis plantas (nunca se sabe, igual acaban dándome algún consejo) o ya, desde un enfoque más “maduro”, dar un paseo en plena naturaleza, música relajante y un café. Pero, nada parecía dar resultado esta vez, la página en blanco seguía ahí, desafiándome con su mirada burlona.
Después de un par de días de batalla con mi teclado, a pesar de todas las tácticas de evasión en las que la creatividad parecía estar jugando al escondite conmigo y justo cuando ya lo iba a dejar una vez más para el día siguiente, de repente ¡Ahí estaba! ¡La inspiración! Las ideas y palabras empezaron a fluir nuevamente y mis dedos parecían volar sobre el teclado. ¡Estaba consiguiendo domar la maldita página en blanco ! Y es que, la inspiración no siempre llega con trompetas y fuegos artificiales. Es mucho más habitual, al menos en mi caso, que se cuele por la ventana como un ligero soplo de aire que te trae ese pequeño empujón, esa chispa de inspiración que ayuda a vencer ese bloqueo del escritor.
En conclusión, cuando nos atrapa el bloqueo del escritor puede llegar a ser una sensación frustrante, algo así como intentar bailar un vals con dos pies izquierdos: Desafiante, torpe y un tanto vergonzoso. Pero también puede ser el momento de explorar nuevas formas de creatividad, nuevas maneras de encontrar una brizna de inspiración para enfrentarnos a esa hoja en blanco e ir uniendo palabra tras palabra, borrando, reformulando y finalmente venciendo el bloqueo. De manera que, querido lector, si alguna vez te encuentras atrapado en una batalla con la pantalla en blanco, no te rindas. Empieza por algo pequeño, una frase, un párrafo o una lista de ideas, no importa. Lee a otros autores, dejate inspirar y llevar por sus palabras. Tómate un descanso, sal a dar un paseo, haz algo que te guste, despejate y vuelve a intentarlo más tarde con la mente fresca. Y sobre todo, no te olvides, la inspiración llega cuando llega, no cuando nos empeñamos en que lo haga. Se paciente, no ten rindas y deja que la inspiración vuelva a abrazarte. Y si todo falla, siempre puedes escribir sobre el bloqueo del escritor. ¡Es un tema recurrente entre los escritores, seguro que te entienden!
¡Ah! Casi se me olvida, si tienes algún truco al que recurres para combatir el bloqueo del escritor, por favor, compártelo en comentarios.