¡Adiós Tinder! Cuando las Redes Sociales nos llevan al pasillo de los congelados
Si pensabas que lo habías visto todo en esto de las modas virales, déjame decirte que no es así, que siempre habrá alguna nueva tendencia que conseguirá sorprender al más pintado. Imagino que el atento lector a estas alturas ya habrá oído hablar de la última de estas tendencias que estos días está circulando a la velocidad de la luz por redes sociales y según la cual los supermercados ya no son solo para comprar el pan, la leche y los detergentes, no. Ahora, por lo visto, ciertas cadenas de alimentación le están empezando a comer el terreno a las aplicaciones de citas y se han convertido en el nuevo campo de batalla para encontrar el amor verdadero.
Pero ¡ojo!, según las redes sociales (que todo lo saben), no se trata simplemente de ligar de la manera convencional que hayamos podido ver en las comedias románticas de la gran pantalla, cruzando miradas y que haya chispa, no. Hoy en día hay que seguir unas determinadas reglas para señalizar que lo de menos es la compra y que realmente vamos al supermercado en busca del amor. La cosa va más o menos así: Resulta que según el supermercado que vayas a visitar, tienes que ir a una determinada hora y colocar un determinado producto en tu carro de la compra. Que si una piña colocada del revés, que si una sandía, que si queso, que si pedir la vez en la cola de pescadería, que sí yo no sé que más. Además parece ser que tienes que intentar chocar tu carro como si estuvieras en los coches de choque, con el carro de la persona que te gusta en el pasillo de los vinos … o algo así.
En esa nueva táctica de ligoteo ¿Influirán también los productos que acaben en tu carro? Al fin y al cabo, no es lo mismo comprar lechuga iceberg que chocolate con leche. ¿Queso brie? Un seductor gourmet ¿Pan integral con semillas? Seriedad y compromiso a largo plazo ¿Sándwich envasado? ¡Ni hablar!
Si os soy sincera, queridos lectores, no puedo dejar de pensar que toda esta tendencia en redes huele bastante a estrategia de marketing impulsada por la cadena de supermercados cuyo nombre más ha sonado cuando esta tendencia empezó a hacerse viral. Estrategia que, de estar en lo cierto con mi teoría, desde luego ha surtido efecto. El nombre del supermercado en cuestión está en boca de todos y sus pasillos se han llenado a la hora clave con gente empujando carros llenos de productos que probablemente no han comprado jamás, esperando cruzar miradas con el amor de su vida.
A ver, no me malinterpretéis, entiendo que las redes sociales puedan ser una fuente de inspiración y que queramos probar cosas nuevas, pero ¿en serio tenemos que seguir todas las modas como si fuéramos borregos? Yo soy la primera en disfrutar de una charla fortuita en la cola del pan o una sonrisa cómplice mientras intercambiamos opiniones sobre si es mejor la miel de azahar o la de flores silvestres. Pero que ahora haya que hacer de cada compra un espectáculo, siguiendo instrucciones detalladas porque así lo dicta la red social de turno, me parece excesivo. Seamos sinceros: Si tengo que estudiar un manual de instrucciones cada vez que quiero comprar mis galletas favoritas, ¡apaga y vámonos!
Así que, si estás pensando en lanzarte al supermercado con tu carrito estratégicamente lleno de productos “cool” con la esperanza de ligar, mi humilde consejo es que te lo pienses dos veces. No importa si llevamos aguacate o croquetas congeladas, lo importante es que seamos nosotros mismos, con nuestras prisas, en chándal si solo hemos bajado un momento y nuestra lista interminable de “no olvidar comprar leche”. Y si resulta que conoces a alguien en el proceso, pues genial. Pero por favor, que sea por ser tú mismo, y no por seguir la última tendencia que nos ha colado un influencer que no sabría ni decirnos dónde están los garbanzos.